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"Necesitamos armar el encuentro. Jungkook todavía está intentando procesar la información, tiene que hablar contigo ¿Podrías venir a la casa de Seokjin?"

Taehyung leyó el mensaje como diez veces incluso en el camino que lo separaba del hogar del bicolor. Suspiraba con altos ritmos viendo como las estrellas del cielo aparecían una a una y escondió las manos temblantes en los bolsillos de su pantalón. Luego de haber desaparecido en varias ocasiones sin decirle nada a su madre tuvo que inventar la clásica excusa "voy a estudiar a la casa de un amigo" algo bastante incoherente ya que Seokjin ni siquiera estudiaba en el mismo colegio que él.

Luego de varios días en los que Seokjin pasaba a su habitación para hablar de los problemas de su heterocromía se habían vuelto más cercanos, así como Baekhyun solía interrumpirlos ofreciéndoles sus clásicas tortillas de papa que los dejaban encantados. Parecían ser buenos tiempos, pero al ver las plumas doradas pegadas en su pared con cinta adhesiva se daba cuenta de que todo aquello era una simple y vil mentira; su ángel estaba lejos, ya no lo visitaba con frecuencia desde que supieron que de algún modo terminarían separados. Ni siquiera fue un mutuo acuerdo, los corazones parecían arder en las peores tragedias al recordar el nombre del contrario. La desolación, la desdicha... Todo se instalaba sobre su espalda maldita cuando los hoyuelos del pelinegro se aparecían en sus recuerdos al sonreírle.

La casa de Seokjin no quedaba lejos, quizá a unos veinte minutos a pie. Y el atardecer en cielos anaranjados le daba otra vibra a la situación, una mucho más poética de lo que podría haber imaginado. Con la punta de su nariz un poco fría por la brisa y tratando de recordar bien la ubicación, Taehyung movía sus pies de manera ágil entre las casas de amplio jardín y fachadas exuberantes. No era idiota, la casa de su nuevo "amigo" se encontraba en las mejores zonas de Seúl, algo que no le extrañaba en lo absoluto, ya que él mismo le comentó que sus padres viajaban al exterior por negocios.

Ellos tenían suerte, Namjoon se instalaba en su casa cuando se iban. Algo que nunca pudo experimentar con Jungkook, pero que si hubiese pasado los habría unido en una forma tal que los destruiría a la hora de separarse.

Por fin llegó, las yemas de sus dedos presionaron el timbre y se dio cuenta en ese momento de que la mano temblaba con ligeros bailes. Los nervios se escurrían en las extremidades de su cuerpo para hacerlo vibrar, no le gustaba aquella sensación. Nervios, cosquilleos en el estómago y el corazón casi saliendo de su pecho al saber que por fin iba a reencontrarse con Jungkook.

Seokjin le abrió y luego de saludarse lo hizo ingresar al hogar con una media sonrisa. Taehyung logró quedarse en el pasillo, justo al lado de las escaleras, cuando un Namjoon sin remera apareció desde la cocina tomando de una botella de agua.

—Perdón por hacerte venir tan rápido, es que le estuve explicando a Jungkook lo de... —Lo apuntó con su dedo índice tratando de expresar las palabras, cosa que no logró porque su garganta se cerró y comenzó a carraspear. Seokjin colocó sus ojos en blanco hasta que el Serafín pudo dejar de dar vueltas en el asunto. —Bueno, le explique que tiene que meterte...

—¡Namjoon! —Exclamó el bicolor al ver el creciente sonrojo de Taehyung, uno tan bochornoso como extraño. Ambos fueron testigos, con ojos curiosos pero tímidos, como su nuez de Adán subía y bajaba escandalizada. —No seas bestia para hablar... Eres un ángel la puta madre.

—¡Bueno pero pasé años conviviendo con humanos Jin! ¡Aparte no estoy mintiendo! —Respondió para luego beber de su botella de agua y suspirar. Taehyung no podía dejar de temblar levemente en medio de ambos, con los puños apretados debajo de esa playera blanca con motivos celestes y violetas de Mickey Mouse, una prenda muy poco sugerente para la extraña situación. Parpadeó observando al suelo con sus ojos destellantes, tratando de enfocar su atención en las palabras de los dos jóvenes a cada lado, pero era casi imposible. Las ansias incontrolables al pensar en Jungkook, los terribles huracanes en su estómago al imaginar cualquier situación referente a aquella o las simples pestañas tiernas del bello ángel  (o humano) que lo habían vuelto loco desde el primer día. Observó la piel rosada de Seokjin, su sonrisa se hacia cada vez más ancha cuando regañaba a Namjoon. Parecían llevarse realmente bien, con conversaciones amenas de por medio y sin duda esas miradas que podrían costarles todas las plumas.

Heterochromia • ADAPTACIÓN • JJK + KTHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora