XVII

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No podía prestar atención a la clase. De cualquier forma, ¿Cómo podría hacerlo? Los mareos constantes y el terror de vivir a carne propia otra alucinación ligada a su heterocromía era bestial. Se sentía totalmente fatigado por las horas sin dormir, la espalda le dolía causando puntadas en el cuerpo entero gracias a no encontrar una posición cómoda en el lecho. Era absurdo, de todas maneras, pretender que se sentía bien físicamente. Su mente y cuerpo eran el símbolo de la derrota.

El profesor dijo demasiadas cosas aquel día, ligadas a exámenes previstos para fechas próximas, y la preocupación se veía como mareas rojas de sangre bajando por sus cuencas. Pero ni siquiera eso podría llegar a asquear al bicolor, que imploraba a todos los dioses para que no le vuelva a suceder lo mismo que hacía dos días atrás.

En algún momento Jimin volteó con su aura rosada para preguntarle algo, cosa que ignoró por completo excusándose con un banal dolor de cabeza, de igual modo Park le creyó y hasta le ofreció una aspirina. Ni siquiera se sentía con ánimos para escarbar en las razones de su bella aura, en como podía ver el amor reflejado y desde cuando le ocurría tal cosa.

La clase terminó y debía volver a su hogar, por primera vez en meses deseaba que Jimin se ofrezca a acompañarlo pero el pelirosa se despidió con un saludo de mano y una sonrisa sin igual. Supo al instante que estaba solo.

Aunque al parecer su mente quería reprimir aquellas palabras...

"Soy un Serafín." Resonó de repente dentro de sus oídos, y los recuerdos de las enormes alas de Jungkook desplazándose a cada lado de su cuerpo era algo sublime. Lo tranquilizaba, lograba domar sus emociones más destructivas. Y la forma en la que le dijo que había llegado para cuidarlo debería lograr colocarlo más tranquilo con respecto a sus alucinaciones, ¿No?

El problema era que no podía sentir esa paz si no tenía a Jungkook cerca.

Estando al lado de las rejas del instituto viendo como todos se despedían con risas infectadas en asquerosos gusanos putrefactos, se dio cuenta de que quizá podía hacer una cosa. Algo que lograba sin duda colocarlo más tranquilo, no sólo consigo mismo, con su ojo celeste o con la situación horrible en la que se encontraba metido. Sino también con la aparición de ese extraño hombre oscuro.

Ese demonio.

—Esperemos que funcione... —Susurró sacando una de las plumas de las alas de Jungkook del interior de su mochila, y con una tanza que había llevado para la clase de escultura la ató a su cuello como si se tratase de un collar. En seguida una paz insana recorrió su pecho, como si las fibras que tocaban su piel pudiese limpiar su alma oscura y de horrible y negro carbón. Aquel que Jungkook utilizaba para sanar sus heridas.

Suspiró un poco más seguro, porque de cierta manera Jungkook lo estaba protegiendo. Podía ver como el ojo de avestruz brillaba con vehemencia sobre la misma ropa negra de costumbre, y sintiendo sus pies volar sobre el asfalto se decidió a caminar de manera rápida hacia su hogar. Cerró el ojo celeste en intervalos,  y mucho más cuando debía cruzar la calle.

Levantó la mirada hacia el semáforo y de repente su corazón dejó de latir.

—No... No puede ser... —Susurró hacia él mismo sintiendo miles de agujas colocándose dentro de sus vértebras envenenadas, la pluma sobre su pecho quemando cada vez más la remera comenzando a brillar con deslumbre pero su ojo celeste repleto de lágrimas traicioneras y horrorizantes.

Al otro lado de la calle, mirándolo con hambre y ansias de devorar, se hallaba él...

El demonio.

Heterochromia • ADAPTACIÓN • JJK + KTHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora