Capítulo XXVIII Detalles.

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Sakura

Sasuke salió del pueblo unos días, acompañado de Kenji para arreglar los asuntos de la boda y me pidió que me quedará a descansar para estar lista. Hoy se cumple una semana de su ausencia y añoro su presencia.

Siento mi estómago doler de nervios al pensarme frente a un altar junto a él.

Ahora es palpable ese sueño.

Los preparativos iniciales fueron complicados y dolorosos. Ni mis padres, ni Kakashi, Naruto o Tsunade, ni siquiera mi mejor amiga, absolutamente nadie estará presente. Fue difícil tomar la decisión, pero estando aquí no hay forma de regresar a Konoha, y no hay tiempo que perder.

La misión de Sasuke me tiene al borde del abismo. No hay un tiempo determinado, puede ser hoy, mañana, en un mes o incluso años. No sé cuánto tiempo pueda estar junto a él.

Una noche antes de que él partiera, dejamos todo en claro y definido; el lugar será una sorpresa y todo lo que conlleva arreglar será ocupación de él, y claro está, de Kenji y la abuela Hisa.

Antes de que partiera, le hice entrega de una carta dirigida a mis padres quienes estoy segura, harán llegar la información a los demás. De alguna forma mi felicidad se ve opacada por el vacío que siento al no tenerlos cerca, será una fecha importante en mi vida, una de las más relevantes y no podré compartirla con ellos.

—Estás lista, pequeña —. La voz de la abuela me toma por sorpresa, obligándome a salir de mi ensimismamiento.

—¡Abuela, me pagaste un susto! —exclamo sorprendida echándome a reír enseguida, —sí, sí. Estoy más que lista, me siento muy entusiasmada, pero también me siento demasiado nerviosa.

Suspiro profundo, y siento un mar de emociones que recorren mi pecho y se clavan en mi estómago, pareciera que exagero, pero hasta mareada estoy.

—Te entiendo muy bien —dice sonriente, como quien es feliz a causa tuya, como quien realmente comprende y vivió lo que ahora estoy viviendo, —ven conmigo, quiero entregarte tu regalo de bodas —indica, sonrío en consecuencia. Todo se está tornando de la manera menos soñada, pero sin duda mejor de lo que alguna vez hubiera imaginado.

Cierro el pequeño portón del huerto, quitó los guantes de mis manos y los dejo sobre la madera vieja del cerco. He estado en sintonía con la naturaleza desde que llegamos a este lugar, olvidando por ratos quien soy y de dónde vengo. Estoy segura que de no ser una ninja médico y ser una persona común, hubiera elegido vivir así.

Sacudo mi ropa y sigo a la mujer mayor al interior de la casa.

Hace más frío que días anteriores, froto mis manos y las llevo a mis mejillas para templarme un poco. Cierro la puerta detrás de mí y la aseguro con la tranca de madera, la abuela me explicó que es un hábito que tomo desde que se hizo cargo de Kenji al quedar huérfano, por seguridad y para tranquilidad de ella, aunque en realidad es que en este lugar se puede respirar la paz andante.

Mi curiosidad empieza a gobernar mi paciencia. La tenue luz de las lámparas alumbra en interior de la casa, está por anochecer. Ayudo a la abuela a cerrar ventanas y finalmente quedamos bien resguardadas.

Sobre la mesa ratona del primer cuarto donde tomamos el té cada tarde yace una caja blanca decorada con un listón rosa alrededor.

—Es un encargo muy especial de parte de Sasuke y por lo mismo lo hice de manera muy especial creándolo con mis propias manos —explica con tono melancólico mientras se acerca y toma la caja entre sus manos.

Sonríe y me la entrega expectante a mi reacción. Siento ganas de llorar, estoy siendo patética, pero su muestra de cariño para conmigo me conmueve por ser tan sincera. Esta mujer está se ha ganado mi admiración y cariño en tan poco tiempo. Su trato siempre ha sido maternal conmigo y con él, aunque Sasuke parece no simpatizar mucho con ella cuando lo trata como suma ternura.

Clásico de él.

Me arrodillo sobre el tatami, y dejo la caja sobre la mesa, desató el listón con sumo cuidado y abro la caja. Mis latidos se disparan al ver apenas de que se trata. Mis manos tiemblan y definitivamente es imposible ya tratar de retener las lágrimas. Con mis dedos rozo la tela aún sin sacar el contenido de la caja, volteó la mirada a la abuela y su expresión me estruja el pecho. Me levanto enseguida y me arrodillo a su lado para darle un abrazo. La escucho sollozar, y estoy igual. Me ha hecho realmente feliz, muy feliz.

—Anda ya, sácalo —dice emocionada.

Regreso a mi lugar de antes, limpio mis mejillas y seco mis manos sobre mi ropa. La respiración se me entrecorta. Esta perfectamente doblado, no quiero estropearlo por la emoción. Inhaló profundo y comienzo a deshacer cada doblez; es un kimono blanco de seda, adornado con pequeñas flores rosas. Lo extiendo delante de mí y no puedo con tantos sentimientos, lloro y río.

—Es hermoso.

Dentro de la caja, al fondo reposa un wataboshi complementando el atuendo perfecto para la ceremonia.

—Es perfecto.

—¡Qué bueno que te gustó! —expresa con el rostro iluminado y llena de satisfacción. —Él me pidió que hiciera lo mejor para ti, confío en mí y me alegra tanto no haberlo defraudado —. La escucho atenta y me acerco a ella, la tomo de las manos y le dirijo:

—Eres la mejor, abuela.

—Falta algo más.

—¿Algo más?

—Como te lo dije antes, este fue un encargo muy especial que me hizo Sasuke, estrictamente hecho bajo sus deseos, y aunque lo hice yo misma, no significa que este vaya a ser mi regalo de bodas. El verdadero regalo está dentro de esta otra caja —indica tomando otra caja igual debajo de la mesa. Siento que mi pecho va a colapsar de tantas emociones, es tan intrigante imaginar de qué forma Sasuke le pidió que lo hiciera, me hace ilusión portarlo ya, el gesto tan lindo de la anciana, no sé cómo soporto tanto y aún no me desmayo.

Sin duda este ha sido el detalle más lindo que Sasuke ha tenido conmigo.

—Aquí dentro está tu verdadero obsequio. Te dejaré sola para que lo abras.

Frunzo el cejo al escuchar sus palabras, no sé qué decir, y solo tomo la caja de sus manos. Ella sale y me quedo completamente sola, dejo la caja sobre la mesa y la miro con curiosidad por un momento, no me puedo imaginar de qué se trata, ni por qué ha preferido dejarme sola para abrirlo.

Desato el listón que la mantiene rodeada y quito la tapa. Parece ser un... —quipao (vestido) —digo asombrada.

Lo tomo y extiendo sobre la mesa, mi corazón da un vuelco al verlo: es un vestido largo de color negro decorado con flores de cerezo bordadas por todas partes sin exagerar, mis dedos repasan su contorno y siento la textura de las flores que resaltan por la manera del bordado. Es una pieza hermosa.

Cada detalle es único.

Un tipo de lazo fino de color rojo une cada una de las flores, simbolizando el lazo que nos une a Sasuke y a mí —¡es increíble cada detalle!—. Me levanto y lo tomo elevándolo frente a mí, hay una abertura muy pronunciada desde la parte superior de la pierna derecha, un detalle más que me hace estremecer, y ahora entiendo porque la abuela quiso dejarme a solas para verlo.

"Seguramente al caminar dejará al descubierto mi piel y será expuesta ante su mirada". Pienso y un calor nada ajeno a mí me recorre el cuerpo.

Giro el vestido y al ver lo que hay por la espalda, mis latidos se disparan a extrema velocidad, una punzada recorre mi pecho y se instala en mi vientre. Por la cintura lleva un moño de color rosa pálido que al ajustarlo hará que se remarque mi cintura, y lo mejor de todo, lo que casi provoca que colapse de tanta emoción: el emblema Uchiha.

Espera por miDonde viven las historias. Descúbrelo ahora