Capítulo XXXIII Enfrentamiento.

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Sasuke

Van más de dos horas y aún no sé nada de ella. Karin me saco del laboratorio y no ha salido de ahí ni un solo minuto. La puerta está cerrada por dentro y la angustia crece cada vez más dentro de mí.

Sigo en la misma posición a la expectativa de noticias: frente a la puerta con la espalda recargada en la pared.

La situación me da mucho que pensar.

¿Cuánto tiempo estuvo fingiendo, Sakura? Creí que había mejorado, incluso ella me lo afirmó, ¿entonces qué pasó?

Entre más lo pienso, más logro enfadarme con ella, conmigo. Preguntas y preguntas sin respuesta rondan en mi cabeza.

El silencio me abruma, la espera me intranquiliza.

Suspiro profundo.

La puerta se abre, enseguida sale Karin y cierra de nuevo.

―¿Cómo está?

―Está bien, ya despertó ―. Su tono de voz es apagado. Su semblante es serio y podría jurar que por un momento sus ojos estuvieron vidriosos.

Karin muestra mala cara y no sé cómo debo de interpretar eso. Mi sentido de alerta se activa.

―¿Tienes los resultados?

Espero su respuesta. Pasados unos segundos no obtengo nada de ella. No entiendo su actitud y como siempre está consiguiendo desesperarme.

Paso de largo e intento entrar a la habitación, pero su brazo se interpone entre mi cuerpo y la puerta.

―¿Qué es lo que te pasa, Karin? No hablas claro y cuando intento averiguar las cosas por mí mismo, me detienes ―suelto exasperado incapaz de contener mi molestia. ―O te quitas de mi camino o me dices que está pasando.

Clava su mirada en la mía, su semblante se ha endurecido. Siento sus resoplidos sobre mi cara, pocos centímetros nos separan.

―Te odio y me odio a mí misma ―dice mientras suelta golpes con sus manos sobre mi pecho y me hace dar un par de pasos hacia atrás.

―¡Basta! ―grito. Tomo una de sus muñecas y conscientemente ejerzo presión sobre ella para hacerla reaccionar. Sus labios tiemblan y su mirada podría matar a cualquiera.

¿Qué demonios le está pasando?

―¡Suéltame! ―exige mientras forcejea conmigo.

―Necesito ver a mi esposa, Karin ―zanjo tajante y de pronto deja de moverse.

―Tu esposa... ―susurra.

Reacciona como si de pronto le hubiera aclarado las ideas. Nos quedamos quietos, retándonos y atacándonos con las miradas.

No la suelto, ella me mira y no dice nada.

Con la espalda erguida y una mirada profunda se planta ante mí y me exige a voluntad:

―Vas a entrar ahí, vas a hablar con "tu esposa", la vas a escuchar y la vas a comprender, sino lo haces, si te atreves a molestarte con ella... yo voy a ser la que te va a patear las bolas.

Maldita sea, cada segundo la entiendo menos, no respondo, ella se suelta de mi agarre y sale de prisa de mi alcance.

Sin demorar más, entro al laboratorio. Sakura se baja de la camilla en cuanto me ve, está pálida y no hay sonrisa en su rostro. Sus verdes ojos están apagados.

Cada vez me gusta menos esto.

―Regresa a la camilla, Sakura. Te ves mal.

Ella niega con la cabeza.

Frunzo el cejo y me detengo frente a ella.

―¿Y Karin? ―musita.

―Se puso como loca, no entendí nada de lo que dijo... ¿qué se traen ustedes dos? ―pregunto al borde del hartazgo.

Es más que obvio que algo pasa entre ellas, que algo paso y el suspenso me molesta cada vez más.

―La noticia le cayó muy mal.

―¿Qué noticia?

―Me siento mal, Sasuke. Ella está sufriendo y...

Se detiene y comienza a llorar.

¿Por qué son tan complicadas las mujeres?

―Yo... ―duda. Alterna la vista entre la nada y mi persona. Estoy perdiendo la poca paciencia que me queda, no voy a decir ni una sola palabra o soy capaz de despotricar y herir a mi mujer. ―Estoy embarazada. Serás papá.

Suelta en un hilo de voz y su llanto crece.

Siento que la sangre se me hiela. Me palpita fuerte el pecho. Sus palabras resuenan en mi mente una y otra y otra vez.

No sé cómo reaccionar.

La respiración se me agita.

La culpa se instala en mi pecho y el coraje me inunda la cabeza.

Giro y de un manotazo tiro todos los recipientes que hay sobre una mesa de aluminio a mis espaldas, el sonido del cristal al reventar es estruendoso, los pedazos salen disparados en todas direcciones. Recargo el brazo en la orilla fría de la mesa y solo puedo escuchar los sollozos de Sakura detrás de mí.

―¿Por qué? ―cuestiono con coraje. ―¿Cuándo pensabas decírmelo? ¡Tú lo sabías! ―le reprocho con ímpetu. Ahora mismo no soy capaz de controlarme.

Silencio. No hay palabras, ni sollozos.

Respiro con dificultad. Debo mantener la cordura, pero esto sobrepasa mis emociones.

―¡Responde, Sakura! ―exijo sin voltear a ella.

―No lo sé.

―¿No lo sabes? ―la encaro.

Estoy siendo muy brusco, pero si hay algo que odie con ímpetu: es la mentira.

―Yo solo quería estar más tiempo a tu lado. Desde que lo confirme he estado trabajando en mis reservas de chakra, y eso me tiene ahora debilitada, pero él está bien.

―Eso no es justificación.

Bufo. Me alejo de ella y camino de un lado a otro mientras me revuelvo el cabello. Pienso y pienso, y no llego a ningún lado.

―Estaremos bien a tu lado.

―¡No!

―Pero...

―No, Sakura. Tú lo sabes. No te engañes, ni me quieras engañar, estar conmigo es muy peligroso y más aún en tu estado. No voy a arriesgar la vida de ambos, no lo haré. Alistare todo. Regresamos a Konoha mañana a primera hora. 


Estamos a nada de llegar al final.

El siguiente capítulo les tengo una sorpresita. ¿De que creen que trate?

Iniciamos con la cuenta regresiva...

4... 3... 2 ... 1... Epílogo.

Gracias a todo el fandom que me leé.

A sus votos, y comentarios.
Y

mis lectores fantasmitas, déjenme conocerlos.

Tienen todo mi aprecio.

Espera por miDonde viven las historias. Descúbrelo ahora