Capitulo X Estas aquí.

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Sasuke

Deje que me consumiera el silencio.
Contemplé su rostro y de nuevo la dejé sola. Sakura tuvo un momento de conciencia, pero pronto se desvaneció para caer en un sueño profundo.

Su voz sigue resonando en mi mente. Es como si fuera la primera vez que lo menciona. Estoy agotado, tengo la visión un poco afectada por la batalla. La noche está muy tranquila, a lo alto se escucha un búho y es todo. Sé que necesito descansar, pero tengo que estar alerta ante cualquier eventualidad, por lo menos esta noche. Sigo contemplando la oscuridad de la noche, sintiendo las rafagas de viento que vienen y van por momentos, mis sentidos están alerta y mis emociones ni siquiera las puedo describir, es un lío lo que siento, no creí que después de tantos años pudiera arder de nuevo mi corazón y mi ser entero.

Entro a la cueva y voy a dónde ella, me siento frente a la fogata y observo un momento a Sakura, sigue en la misma posición, tal vez el efecto de la droga que le inyectaron tarde en pasar.

Saco un pergamino y reparo en lo acontecido. Debo de generar un informe para enviárselo a Kakashi, aunque no sé realmente que es lo que dirá.

Ningún hombre quedo vivo. No hay pruebas que investigar, ni rastros que seguir. Admito que actúe bajo impulso y tal vez tenga repercusiones. Mi mente está abrumada por tanta especulación, no sé si ella está a salvó ahora o alguien más la busca.

Solo tengo teorías y nada más.

Demasiados pensamientos invaden mi mente, necesito darme un tiempo para analizar la situación. Guardo el pergamino, es inútil intentar algo ahora.

*. *. *. *. *.

La primera luz de la mañana a entrado efímera en la cueva, apenas dormí un par de horas. Me siento frustrado al haber trasnochado sin ningún sentido, no he obtenido nada valioso, ni siquiera pude pensar en que va a pasar cuando ella despierte.

Me acerco a ella y templo su frente, su temperatura se ha mantenido normal, al menos eso es un gran alivio. Acomodo mi capa sobre su cuerpo y salgo de la cueva, debo recolectar provisiones para el tiempo que estaremos aquí.

-kuchiyose no Jutsu -pronuncio con ímpetu.

-Sasuke-sama ¿Qué necesita?

-Aoda... necesito que resguardes la cueva hasta que regrese, mantenla a salvo... por favor -ordeno sereno.

-Así será -asegura la serpiente.

|•|

El sol comienza a ocultarse, en mi chokutō los últimos rayos del sol se reflejan en esplendor. La clavo sobre la tierra y comienzo a limpiar la sangre seca.

Han pasado más de veinticuatro horas y Sakura aún no despierta, por momentos solo ha soltado uno que otro quejido débil, pero nada más. Me he mantenido al tanto de cada señal que da, he vigilado los alrededores y hasta ahora todo se ha mantenido en paz. No he querido importunar con mi presencia cerca de ella, verme al despertar no será fácil de asimilar.

El tiempo parece detenerse y pasa desapercibido.

Es de madrugada, he dado el último rondín de la noche, tal vez hoy si pueda dormir.

Me acomodo al otro extremo de la fogata y recargo la espalda contra la pared, mi brazo descansa sobre mi rodilla y mi mano sostiene con firmeza la espada. Cierro los ojos, mis párpados pesan, mi cuerpo está resintiendo el cansancio producto de la batalla.

Comienzo a dormitar, aún escucho el silbar de los grillos, y siento el calor de la pequeña fogata.

-¡Ay, duele! -. Escucho su voz apenas audible, débil y cortada. Abro los ojos, ella ha despertado, me quedo en silencio e inmóvil, no pretendo aparecer frente a ella de manera brusca.

-¿Dónde estoy? -masculla. Intenta sentarse, pero enseguida se presiona la cabeza con ambas manos y su cuerpo vuelve a su posición inicial.

Me levanto con sigilo y camino en su dirección, me acuclillo a su costado. Ella sigue presionando con fuerza su cabeza, mantiene los ojos cerrados y pretende moldear algo de chakra. Falla en el intento, aún está demasiado débil.

Se incorpora en un movimiento brusco.

-No seas imprudente -objeto y la detengo por la espalda. Su cuerpo se estremece, su respiración se agita.

Un silencio incómodo se forma a nuestro alrededor, ninguno hace por ejecutar cualquier movimiento, es como si el tiempo se hubiera detenido por unos segundos.

-¡Sasuke-kun! -pronuncia titubeante.

Lentamente gira su rostro hacía mí y quedamos frente a frente. Suelta un quejido, no debería de realizar actos tan repentinos, es obvio que algo más que el dolor de cabeza la aquejan.

-Eres muy imprudente y testaruda -reprocho. Su mano toma débilmente mi camisa, cierra los ojos y los aprieta a causa del dolor que siente.

-Sasuke-kun -replica con la voz trémula.

-Si -confirmo seco.

-Estas aquí -susurra, su mirada busca la mía como para confirmar que esto está pasando, su aliento golpea mi cara, en cualquier momento va a desmayarse.

-Sakura -digo al fin. Su mano se aferra a mi camisa y sus ojos se cristalizan.

-Tienes que descansar, no hagas ningún esfuerzo por ahora -indico y aflojó mi agarre se su cuerpo. Mis latidos se aceleran conforme sus ojos se clavan a profundidad en los míos.

No me siento capaz de sostenerle la mirada; está rota, incrédula y llena de reproche. Intento separarme de ella, pero me toma con fuerza y hace un esfuerzo por soportar el malestar de su cuerpo. Se está esforzando de más, sigue siendo tan necia y testaruda como siempre.

-No te vayas -demanda con un tono serio y débil.

-Estás muy débil, debes reponerte para regresar a Konoha.

-¿Qué pasó? -exige saber. Su mano tiembla, cedo a levantarme y me apoyo sobre mi rodilla.

-No te esfuerces por hacerme hablar ahora, debes reponer fuerzas, ya habrá tiempo de hacerlo después. Debes de tratar de ingerir bocado, sino lo haces enfermaràs -expongo afable. Sé que ella está incrédula de mi presencia y no la culpo, pero es demasiado pronto para hablarle de mis intenciones, la necesito repuesta y consiente. Ella hace un gesto en desaprobación y baja la mirada. Suelta su agarre, su cuerpo no responde a sus movimientos, cierra los ojos, su respiración es débil, pronto cedera a los estragos del daño causado. Me levanto y la contemplo por un momento, mi capa yace sobre sus piernas, sus dedos la acarician y voltea para confirmar mi presencia. Asiento y le doy la espalda.

Pongo un pescado al fuego y salgo a darme un respiro, mis emociones están colapsando; las de ella también, y por ahora no hay nada más que pueda hacer.

Espera por miDonde viven las historias. Descúbrelo ahora