Sasuke.
—¡Ese idiota! Cuando regresé lo voy a matar ―vocifera de manera exagerada la pelirroja.
Me limito a observar su berrinche y sigo en lo mío. Las trampas ya están puestas, el perímetro está libre y nuestra identidad oculta. Día, tarde y noche recorro acompañado de Karin los alrededores de la guarida, su habilidad de percepción de chakra es mi mejor aliada en estos momentos para mantener segura a Sakura. Su seguridad es mi prioridad, a pesar de que hemos pasado desapercibidos ante el mundo no me confío de nada ni de nadie.
El clan Uchiha resurgirá.
―¿Libre?
―Despejado, no percibo ningún chakra ―responde más cortante de lo normal y con muy mala cara.
―Regresemos, vendré de nuevo a media noche.
La lluvia cae suave, fría y en silencio, pero pronto se convertirá en tormenta. Camino por delante de Karin ignorando su actitud, no sé qué le ocurre y tampoco me importa, pero si de algo estoy seguro es que posiblemente Suigetsu muera cuando regrese. Pensar en el escenario me hace sonreír con sutileza. A pesar de los años su relación sigue siendo la misma, él la reta y ella cae como una tonta.
Viene ya. Escucho sus zancadas detrás de mí.
―¡Lo mato, lo mato! ―dice apenas pasa a un lado de mí, se ha quitado la capa y su melena roja luce un color más intenso a causa de la lluvia.
Su actitud me causa irremediablemente curiosidad, aún a la distancia Suigetsu hace de las suyas, ¿pero qué le hizo ahora?
Ese par se complementa muy bien, aunque no lo parezca.
Decido alejarme, no quiero escuchar las palabrerias de ambos, ya habrá oportunidad de encontrarme con él en la guarida.
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―No deberías exagerar tanto, Sasuke.
Sakura se pasea por el laboratorio con una bata blanca que aun embarazada le cierra perfectamente bien. Me reservo mi respuesta, entrar en una discusión con ella será en vano. Sé que entiende mis actos y que quizá tenga razón al llamarme exagerado, pero prefiero asegurar el nacimiento de mi hijo sin ningún inconveniente.
―No deberías trabajar tanto ―. Cambio el tema, aunque siendo sincero va por el mismo camino que el anterior.
―¡Cómo me pides eso, cariño! ―. Sakura se detiene a medio pasillo y se gira en mi dirección; ladea un poco su cabeza, sonríe y me mira directo a los ojos.
Su mirada, esa mirada tan profunda que me cala en lo más hondo, lo sabe, sabe que es mi debilidad y lo aprovecha muy bien a su beneficio. Niego con la cabeza y desvío la mirada de su figura.
Pronto sus manos suaves y cálidas se posan en mis mejillas e irremediablemente me hace caer ante ella.
―Estamos perfectamente bien, no te preocupes de más ―. Su tono de voz es suave y delicado, como toda ella.
―No me pidas eso, no voy a claudicar ―digo tajante, no dispuesto a entrar en discusión. Creo que soné más rudo de lo que hubiera querido, reacomodo mi postura y quedo frente a ella, sus manos bajan a mi pecho y con un tono menos seco trato de explicarle: ―Solo quiero...
Me calla dejando su dedo sobre mis labios y posteriormente un beso en mi mejilla.
―Termine. Vamos a la cama ―. Cedo.
¿Cómo negarme ante ella? Su dulzura, su paciencia y dedicación, su amor y su consuelo, definitivamente Sakura me complementa de una manera que nunca imagine.
Tomo una de sus manos y beso sus nudillos. Siento la suavidad de su piel y sonrío solo para ella.
¿Cómo voy a hacer para vivir sin ella?
Por las noches duerme sobre mi pecho, en las mañanas su sonrisa es mi luz en medio de mi oscuridad y por las tardes la veo andar de aquí a allá haciendo lo que más le gusta. Y hoy por hoy, solo vivo para y por ella, por los dos.
No pensé que amarla con libertad me volviera su prisionero. Sakura forma parte importante de mi vida, es quien me impulsa a hacer lo mejor posible por un buen futuro para nuestro hijo. Mi lazo más fuerte, mi complemento y mi vida. No me creí capaz de amarla tanto como lo hago, ese sentimiento me lleva a poner mi vida en manos de la muerte si con eso aseguro un buen futuro para ella, para nuestro hijo y para la aldea.
Y por fin puedo entender a mis padres y a Itachi. Su gran capacidad de amar para sacrificar sus propias vidas por las personas que más amaron en vida. Porque así fue, porque por amor se dejaron arrastrar a la muerte a manos de su propio hijo y mi hermano me amo hasta el último día y sacrifico su vida no solo por mí, sino por toda la aldea.
No hay sacrificio más grande que el que se hace por amor.
Sakura tiene cinco meses de embarazo y no descansa. Sus malestares se terminaron, sus mejillas volvieron a su color natural y ahora luce tan normal como antes. Irónicamente ella y Karin se entienden muy bien en el laboratorio, eso la mantiene ocupada y entusiasmada todo el día.
Mis rondines pasan sin ningún problema en el camino. Me mantengo ansioso y preocupado por dejarla sola en un par de días, pero es necesario que salga de misión.
Recargo mi espalda en el tronco de un árbol y fijo la vista en el horizonte. Me he asegurado de poner trampas, pero nada me tranquiliza. Quizá, Sakura tenga razón al decirme que exagero un poco en preocuparme tanto, pero no puedo dejar de lado que se trata de mi hijo, de un Uchiha, y de alguna manera eso complica las cosas, después de todo más de uno quiere mi cabeza. Enemigos no me faltan.
Trato de pensar en otra cosa, quiero y necesito despejar mi mente.
Al llegar a la guarida, Sakura sigue dormida su respiración es calmada y su semblante luce pacifico. Es increíble que aun ausente, me de la paz que necesita mi alma.
Me deshago de la capa y me recuesto a su lado contemplando su rostro, acaricio su mejilla y me aseguro de hacerlo con delicadeza para no despertarla. Siento... un hueco en el pecho y una sensación de vacío. No quiero dejarla. Los pensamientos abruman mi mente, mis noches dejaron de ser tranquilas conforme se acerca la hora de partir.
Me levanto con sigilo para no despertarla, visto mi capa y salgo de la habitación. Camino en medio de la oscuridad del pasillo hasta salir a la zona boscosa y me pierdo entre las sombras de los árboles a mí alrededor. Mi mente es ahora mi peor enemigo. La idea de un futuro incierto me atormenta cada noche. Sé perfectamente lo que debo de hacer, al final del día se ha convertido en mi mejor arma de defensa. Medito por horas a la luz de la luna preparándome mentalmente para lo que el futuro me depara estando lejos de mi familia. Trato de ocultar mis sentimientos de Sakura, pero cada vez se vuelve imposible. Ella me conoce mejor que nadie.
El día de marcharme llego. Será una misión de rastreo, como las que desde hace tiempo llevo haciendo. No puedo perder tiempo. Cada vez es más difícil separarme de ella. Dejo un beso en su frente y le prometo que regresare pronto.
Conforme pasan los días me inquieto más por estar lejos. Meditar no sirve nada, dormir ya no forma parte de mi rutina y no he obtenido ningún resultado en mi búsqueda. Cada vez se vuelve más complicado y la esperanza de alguna vez regresar al lado de mi familia se esfuma día con día.
Los días lluviosos no cesan y mi soledad se acrecienta. Escribo y envío mi último informe a la aldea oculta entre las hojas, debo regresar al lado de mi esposa.
Garuda emprende el vuelo y yo mi camino de regreso. Hay un silencio anormal como el que se forma cuando una explosión ahuyenta a los animales del bosque. ¿Otra vez estoy exagerando?
Sigo mi recorrido y conforme avanzo mi sentido de alerta crece desmedidamente.
Las hojas de los cerezos caen... frágiles sobre mí.
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Espera por mi
FanfictionFANFIC SASUSAKU. Con mirada fría, aceleraba el paso firme, con un semblante inexpresivo estaba totalmente seguro de querer regresar a esa aldea a la que alguna vez pertenecío cómo miembro nato dentro de uno de los clanes más importantes y alguna ve...