Una historia muy diferente (inserte voz de Calle) sobre Calle y Poché.
"Pueden haber dos iguales a tí, pero sólo tú tienes esa forma de verme."
Daniela Calle solo quería viajar el mundo, enamorarse no estaba en sus planes.
María José solo quería ha...
Poché nos dio un recorrido por la casa: seis habitaciones, cinco baños, cocina, comedor, sala, área de lectura, almacén, área de juegos, un pequeño cine y un sauna.
-Chicos, están como en su casa. Hay suficiente comida en la cocina. Pueden ser libres en lo que queda de noche, mañana iremos a esquiar. Y nadie se salva de hacerlo. -Poché nos habló mientras se paraba del asiento que ocupaba.
Los ocho estábamos sentados en la sala junto a la chimenea mientras tomábamos chocolate caliente.
Cuando fue la hora de dormir, Poché y yo nos acurrucamos en cucharita.
Era el momento perfecto, estaba en una cabaña en la nieve, mucho frío, de noche y con Poché abrazándome para dormir en cucharita.
-Buona sera, Calle. -Se levantó un poco para poder darme un pico en los labios cuando yo me giré en busca de lo mismo.
-Buona sera, Blue.
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"¿En qué momento acepté esquiar?"
Habíamos pasado una hora en una clase de esquiar bajo el mando de los encargados del lugar. Poché, de vez en cuando "intentaba ayudarme", pero se le vía a kilómetros que sólo se ofrecía a ayudarme cuando el instructor debía acercarse a mi o sujetarme para mostrarme.
Nos encontrábamos en la cima de la montaña. Habíamos subido en el teleférico durante quince minutos, algo lento para mi gusto.
Aproveché el momento en la cima para sacarme una foto.
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Al terminar no pude evitar reír al ver la cara que Poché tenía. Me estaba mirando con una sonrisa y al boca media abierta, parecía atontada.
-Cierre la boca que le da frío. -Me acerqué a ella, me quité la máscara de la boca para darle un pico fugaz en su congelada nariz y me la volví a colocar.
-Amo el frío.
-De eso me he dado cuenta. Tu oficina, tu habitación, el gimnasio, tu camarote y este lugar me lo demuestran. ¿Alguna razón en especial para amar el frío?
-Ninguna, es mejor que el calor. Hay tantas formas de regular la temperatura de forma satisfactoria contra el frío, mientras que con el calor uno parece derretirse.
-Buen punto, Poché. -Me coloqué los guantes y ella hizo lo mismo.
Sebastián se encargó de acompañar a Pau y a Kim durante su bajada. Juana se hizo cargo de JuanJa y Manu.
Claramente, Poché no se despegó de mi.
Mientras bajaba la montaña, controlando la velocidad, Poché iba junto a mi. Sabía que estaba más pendiente de cuidarme a mi que de esquiar ella. En algunas ocasiones debía reducir mi velocidad para detenerme y ella frenaba casi de inmediato para ver qué me ocurría.
