Especialᶜʰᵃᶰᵍᴸᶤˣ

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La noche era silenciosa, y el ambiente un poco frío. A estas alturas del año era bastante normal que las temperaturas no fueran muy altas y, al igual que llevaba haciendo desde el lunes, también era bastante habitual que lloviera en demasía.

Changbin se mantenía silencioso, mirando hacia el techo de su habitación, algo pensativo. Por algún motivo la duda de cómo había conocido a Felix le había asaltado de repente. No conseguía conciliar el sueño, por lo que trató de distraerse intentando recordar sus días de niño.

Conoció al pecoso a la edad de diez años, Felix tenía nueve, y ambos estaban en el parque. No hacía mucho que el, ahora, pelinaranja había llegado a Corea, pero aún así sabía hablar perfectamente el idioma debido a las enseñanzas desde pequeño que le había dado su familia. Changbin recuerda haber estado jugando buena parte de la tarde junto a Chan y Jisung, a ellos los conoce desde siempre, pero aquella tarde ambos tuvieron que ir demasiado pronto a casa.

El pelinegro debería haberse ido también, pero su mamá le había dado margen hasta las seis de la tarde, y aún el reloj no había marcado ni las cinco, por lo que le daba un poco de pena desaprovechar toda la hora que aún le quedaba yendo a casa y encerrándose en su habitación aburrido, por lo que decidió quedarse solo en el parque jugando por si mismo.

Se aburría, quizá demasiado, y no sabía qué hacer, quizá debería haberse ido a casa. Se levantó del banco en el que se encontraba sentado, dispuesto a caminar directo a la salida del parque cuando, a lo lejos, y sentado solo en el suelo, yacía un niño, de piel levemente bronceada, cabello castaño oscuro y mejillas algo regordetas. El niño estaba llorando y nadie se acercaba a ver qué le ocurría, ¿Dónde estaban sus padres? El pelinegro no tenía ni idea, por lo que, siguiendo a sus impulsos, no dudó en acercarse a aquel niño para preguntar por su estado anímico.

–Hola –Saludó, agachándose frente al castañito. El otro chico levantó su cabeza algo asustado, echándose hacia atrás casi por acto reflejo, mirando asustado al pelinegro que se había agachado frente suyo.– ¿Por qué lloras?

–No estoy llorando –Respondió el otro, frunciendo el ceño con ligereza, quitando las lágrimas de sus mejillas con algo de brusquedad. Seo lo miró en silencio, tratando de entender por qué esa actitud tan a la defensiva.

–¿Por qué mientes? ¡Claro que estás llorando! –Lo señaló, también con el ceño suavemente fruncido.– Te he visto, estabas sentado, llorando.

–Sigo sentado, y no estoy llorando. –Apoyó ambas manos en el suelo, impulsándose para levantarse. Changbin lo imitó, levantándose igualmente.

–Bah, di lo que quieras, niño, tú estabas llorando. –Y se cruzó de brazos, mirándolo de una manera un poco tosca, con un metro de distancia entre ambos niños. La diferencia de altura era un poco notable, el pelinegro era unos centímetros más bajito que el castaño, por lo que eso los hizo suponer que él era más mayor.

–Felix. –Corrigió niño de las mejillas redonditas.

–¿Eh? –Ladeó la cabeza confundido.

–Mi nombre es Felix, no niño. –Alzó ambas cejas. El rastro de llanto parecía haber desaparecido completamente, mas su voz seguía rompiéndose por momentos y de vez en cuando sorbía su nariz.

–A mí me da igual eso –Una mueca de desinterés apareció en sus labios. Miró la hora en su reloj, percatándose de que aún le quedaban cuarenta minutos para volver a casa, aunque estaba barajando la posibilidad de irse ya. El otro niño, cuyo nombre ya sabía, Felix, lo miró en silencio.

Sí, sin duda ya iba siendo hora de ir yendo a casa.

–¿Y tú? –Changbin lo miró sin comprender.– ¿Cómo te llamas?

Just a little kiss || HyunIn Donde viven las historias. Descúbrelo ahora