Just a little kiss || HyunIn

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Felix se quedó paralizado, dejando a medio terminar la anécdota que estaba contando, al igual que los otros tres chicos que lo acompañaban simplemente escuchándolo. Repentinamente el ascensor se había detenido, y había apagado sus luces, quedando iluminados ecasamente por la tenue luz que desprendía un cartel con la palabra "emergencia".

El anuncio que emitieron por megafonía, comunicando sobre el apagón, también se pudo escuchar en ese pequeño cubículo, alertando a los adolescentes, que comenzaron a sentirse incómodos a medida que pasaba el tiempo y nadie iba a buscarlos, llenando con pensamientos negativos sus pesimistas cabezas.

–No... No os preocupéis, chicos –Comenzó a hablar el pecoso, con una mueca extraña que pretendía ser una sonrisa.– Seguro que los demás ya están hablando con seguridad. –Alentó él, en un intento de apaciguar los ánimos. Su vista cayó inminentemente en el cuerpo del más pequeño, encontrándolo con una expresión marcada de pánico, con la espalda totalmente pegada contra una de las paredes.– ¿Estás bien, Innie? –Se fue a acercar, preocupado, siendo detenido por un gesto de la mano por parte del menor, que a su vez negó reiteradamente con la cabeza.

–No te acerques mucho, Lix –Murmuró él.– Creo que os comenté que no me gustan mucho los espacios cerrados... –Recordó, soltando una risa nerviosa, producto de la situación en la que se encontraban.– Esto no es tan pequeño, pero hay mucha gente... Y no sé, me estoy empezando a agobiar un poco, y si te acercas temo que sea peor. –Explicó, consiguiendo que, a los segundos, los otros dos chicos también se alejaran de él todo lo posible, dejándole su espacio.– Gracias.

–¡Tranquilízate, Jeongin, todo saldrá bien! –Gritó, casi con desesperación, Jisung.– ¡No llores!

–Estoy bi-

–¡He dicho que te tranquilices! –Volvió a exclamar Han, cortando lo que diría el más pequeño, sin si quiera dejarlo acabar de hablar.– ¡Todo saldrá bien, Innie! Estamos contigo. –Los tres chicos lo miraron en silencio, hasta que Seungmin le propinó un suave golpe en el brazo con el codo, pidiendo sin palabras que por favor se comportase.– Perdón, me alteré un poco. –Se disculpó, agachando un poco la cabeza, más tranquilo.

–Ya veo –Murmuró Kim, mirándolo desaprobatoriamente, dirigiendo luego sus oscuros orbes hacia el castaño más joven, dedicándole una sonrisa sosegada.– De igual forma, si te encuentras mal, debes decirlo.

–Aun así no podremos hacer nada, pero tú avisanos por si acaso. –Añadió Felix, captando las miradas acusatorias de Seungmin y Jisung.– ¿Qué? –Cuestionó inocente, encogiéndose de hombros.

–No ayudas. –Determinó Jisung, apoyándose en una de las paredes, comenzado a pensar en los chicos que habían quedado afuera.– ¿Creéis que ya estén tratando de remediarlo? –Cuestionó dudoso. No confiaba mucho en la agilidez mental de sus hyungs en momentos de pánico. Al menos le alentaba saber que Allen estaba con ellos, y él era muy responsable, al igual que Minho en contadas ocasiones. Aún así se sentiría más tranquilo si Chan estuviera con ellos.

–Claro, son nuestros hyungs. –Aseguró Felix, de forma confiada, mas la expresión de su rostro no acompañaba a las palabras dichas. ¿Estaban seguros de que ellos sabrían qué hacer?

Fuera de esas cuatro paredes, dos de los chicos aguardaban inquietos en la planta baja, frente al ascensor, esperando a que sus otros dos compañeros aparecieran con alguien de seguridad, viniendo con la noticia de que abrirían el ascensor.

–¡Tú no lo entiendes, don! –Gritó el pelinegro bajito, agarrando el cuello de la camiseta, del uniforme, del guardia de seguridad, zarandeándolo, totalmente llevado por la angustia.– ¡Mi mujer y mis tres hijos se han quedado encerrados en esa máquina del infierno! –Lo agitó con más intensidad, parándose de puntillas para poder acercarse más a su rostro.