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–Estoy algo nervioso –Balbuceó Chan, con el móvil pegado a su oreja, en camino a la casa de Hwang Hyunjin.
Era domingo por la tarde y todos, salvo Felix y Hyunjin, se reunieron en la casa de Changbin con el fin de idear un plan lo suficientemente bueno para, aunque fuera, saber del estado del más alto del grupo. Quién realizaría lo previsto sería Chan, puesto que era el más cercano al menor, y quién agradaba más a la madre de este.
El plan consistiría en ir a casa de los Hwang, llamar a la puerta, sobre las cuatro de la tarde, y esperar a que abrieran. Cuando eso sucediera, Chan solo tendría que decir: "Hola, Hyunjin, voy a entrar en tu casa." y, como el mencionado estaría un poco aturdido por la presencia del contrario y su determinación al decir aquello, Bang solo tendría que apartar el cuerpo, suavemente, de en frente de la fuerza, y entrar a la instalación. Para finalizar, debería conseguir, con paciencia y empatía, sonsacarle información, y explicarle que le ayudarían a salir de lo que fuera que estuviera viviendo.
Todo eso solo podría ocurrir si lo que dijo Jisung, sobre que la madre del azabache no estaba en casa en el mediodía, y volvía al anochecer, fuera total y absolutamente verídico, y estuviera cien por ciento certificado.
Lo malo es que no sabían si eso se cumplía todos los domingos; pero el plan ya estaba hecho, y Chan ya se dirigía a la casa de su amigo. No podían echarse hacia atrás ahora.
–No estés tan nervioso, Channie –La voz de Changbin se escuchó al otro lado de la línea.– ¿Qué podría salir mal?
–Todo. –Respondió el extranjero, con la preocupación palpable en su tono de voz.
–Sí, pero a parte de "todo" ¡No hay nada que perder, sigue adelante, fiera, nosotros te apoyamos desde aquí! –Esta vez, la voz de Han fue quien se apoderó de la llamada, pero no tardó en escucharse un golpe, y un quejido, por parte del menor, indicando que alguien le había golpeado.
–Chan, lo que menos debes hacer es ponerte nervioso, o ansioso, o... Yo que sé –Minho es quien ahora atendía la llamada, intentando darle ánimos, y fuerzas, al peliverde.– Es cierto que no sabemos si la loca esa está en casa, pero vamos a ser positivos y a pensar que el único presente allí es Hyunjin.
–Eso no me quita los nervios –Admitió el extranjero.– ¿Y si Hyunjin se enfada conmigo? ¿Y si lo hago sentir mal? –Inquirió, con temor. Lo que menos quería, era hacer daño al azabache.
–Hyunjin nunca se enfadaría porque te estés preocupando por él –Opinó Jeongin.– me imagino que, lo que más necesita ahora, es hablar con alguien. No es cuestión de forzarlo a hacerlo, pero si muestras que lo vas a escuchar, sin juzgarlo, estoy seguro de que terminará hablando. –Determinó, con un asentimiento que sólo pudieron ver los cuatro chicos que lo acompañaban.
–Hum... Vale, vale –Tomó una larga, y profunda, inspiración. A lo lejos ya se podía vislumbrar la barriada en la que el azabache se hospedaba.– Estoy llegando. –Avisó.