14

26.8K 2.7K 9.4K
                                    

La semana transcurrió ligera; no se hizo pesada, pero tampoco paso en un suspiro.

Por fin era viernes, ya habían terminado su jornada escolar, y Hyunjin se encontraba sentando en la cama de su habitación, ansioso y pensativo.

Aún no le había pedido permiso a su madre para ir a dormir a casa de Jeongin. Obviamente no diría que iba a ser en su casa, había decidido decir que sería en la de Changbin.
Solo quedaba tener mucha suerte, y encontrar a su madre de muy, demasiado, buen humor.

El azabache se armó de valor, levantándose por fin de su cama para comenzar a encaminarse hacia el pasillo, y de ahí, ir directamente hacia la cocina. Su madre estaba allí, de espaldas, haciendo la comida. Tarareaba una canción pegadiza, la cual el menor no supo reconocer, y se paseaba por la cocina en busca de lo necesario para continuar con su labor.

–Eh... Madre. –La llamó, sintiendo una sensación de desapego al llamarla de aquella forma. Siempre hacia lo posible por intentar captar su atención sin tener que pronunciar aquella palabra, pues no la sentía sincera, pero en ocasiones, como aquella, no podía hacer nada por evitarlo.

La mujer se quedó quieta unos segundos en el lugar, totalmente pasmada al no esperarse escuchar al adolescente dirigirse hacia ella. Cuando salió de su asombro, continuó con lo que estaba haciendo, de forma tranquila.

–¿Qué? –Consultó, desinteresada. Ni si quiera alzó la mirada para verlo.

–Changbin me invitó a dormir a su casa. –Fue directo, sin querer mantener una conversación demasiado extensa con aquella mujer. La pelinegra al escucharle decir eso, por fin, se digno a mirarlo, desaprobatoriamente, mas no dijo nada.– Irán todos mis amigos, y mañana nos invita al cine.

–¿Changbin? ¿El maleducado aquel? –Su pregunta salió con repulsión, acompañada de una expresión de asco.– ¿Y la pandilla de ruidosos? Hyunjin, sabes que no me gustan esos niños.

–Nunca te han hecho, ni dicho, nada. –Trató de hablar lo más tranquilamente posible, sin alterarse. Lo que menos quería era que su madre tuviera otra excusa para no dejarlo ir.

–Me da igual, no me gustan tus amigos –Declaró, volviendo a concentrarse en hacer la comida.– No irás. –Dictó, de forma fría y autoritaria.

–¿Qué? ¿Por qué? –La angustia era palpable en su voz. Se acercó un par de pasos a ella, aún guardando las distancias.– Por favor, déjame ir. –Suplicó. Tenía que ir, lo necesitaba. No quería hacerle ese feo a Jeongin, era en su casa, lo había invitado, y se supone que estaba tratando de volver a crear lazos con él.

–He dicho que no, Hyunjin. –Sostuvo la mujer, comenzando a perder la poca paciencia que poseía.

–Nunca te pido nada, déjame ir, por favor. Haré lo que sea luego, pero permíteme ir, solo por esta vez. –Siguió rogando, tratando de alguna forma conseguir doblegar la elección de su madre.

–Deja de insistir, Hwang Hyunjin, me estás enfadado. –Avisó ella, en un tono bajo, pero amenazante, aún sin dirigir sus ojos hacia él.

–¡Solo te estoy pidiendo ir con mis amigos! ¡¿Tan difícil es dejarme hacerlo?! –Sin darse cuenta alzó la voz, sobrepasado con la situación, en seguida arrepintiéndose por haber hecho eso. Él nunca había hablado más alto que su madre, y sabía que nunca debería haberlo hecho.

La mujer dio un golpe en la encimera con su mano, causando un fuerte sonido por lo silencioso que estaba el lugar, atemorizando al adolescente, que sin pensarlo dio un paso hacia atrás, totalmente cohibido. La pelinegra se giró de forma violenta, encarando al chico. Su ceño totalmente fruncido, complementando la expresión furiosa que portaba.

Just a little kiss || HyunIn Donde viven las historias. Descúbrelo ahora