Just a little kiss || HyunIn

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Las agujas del reloj continúan sin descansar girando dentro del aparato, recordándonos a cada momento que el tiempo sigue avanzando y nunca se detiene. Que aquellos segundos fueron fugaces, y los minutos se alargaron hasta convertirse en horas; las cuales no tardarían en transcurrir como días, marcados en la semana de uno de los meses del año.

Cuando menos se quisieron dar cuenta, los chicos volvían a tener los exámenes finales a la vuelta de la esquina.
Ya había pasado poco más de una semana desde aquella escapada que hicieron al claro escondido dentro del mínimo bosque que ocupaba un hueco a las afueras de la ciudad. Desde ese día, y para la sorpresa de todos, el ambiente en general mejoró de una forma muy notoria. Literalmente, todos los problemas que acarreaban a las espaldas las semanas anteriores, se disiparon.

Felix y Changbin volvían a ir juntos a todos los lados, sus discursiones habían vuelto a ser cotidianas, y sus muestras de afecto se habían, incluso, intensificado.
Por parte de ellos, ya parecían haber olvidado todo lo ocurrido con anterioridad, puesto que no hablaban sobre el tema, y los otros siete chicos tampoco tenían pensado recordárselo. Habían conseguido pasar página, y eso había causado que uno de los problemas generados sin previo aviso, en el cual habían terminado todos involucrados, desapareciera tan de golpe como llegó.

Por otro lado, entre Jeongin y Hyunjin no había vuelto a haber alejamientos. Ellos eran más precavidos que antes, y trataban de no estar muy juntos dentro de las instalaciones, a menos que estuvieran totalmente seguros de no encontrar a ninguna persona indeseada rondando por los alrededores.
Pasaban los recreos en el patio trasero, junto al aula de música, en aquella esquina tan íntima que habían bautizado como suya. Nadie los iba a molestar, y de momento no habían tenido ningún problema.
Su relación se iba solidificado, y lo que había comenzado siendo una semilla, marcada como declaración, había ido germinando hasta convertirse en una pequeña y sana plantita, que esperaba impaciente transformarse en un gran, y precioso árbol, al cual llamarían emparejamiento.
Al igual que Changbin y Felix, no habían concretado etiquetas, ni habían comenzado a salir formalmente. Avanzaban con lentitud y seguridad, y no tenían prisa para oficializarlo ya que no veían que fuera algo de suma importancia si de momento ellos estaban cómodos con lo que tenían. Sin embargo, en más de una ocasión, se habían imaginado proclamando al contrario como su novio.

En el hogar de los Hwang, últimamente, no había ocurrido ningún percance mayor.
La incomodidad en ningún momento abandonaba el cuerpo del joven, mas el sentimiento de estar vigilado poco a poco iba perdiendo intensidad. Su madre había comenzado nuevamente a atender sus labores en el trabajo, y Hyunjin podía llegar a quedarse solo por horas, disfrutando de la tranquilidad, y el silencio, que le otorgaba el lugar completamente vacío. Paulatinamente, todo regresaba a estar como antes que, aún sin ser una familia modelo, o tan si quiera acercarse a una normal, el azabache podía sentir lo mínimo de libertad encerrado en esas cuatro paredes que debía llamar hogar.

–¿La última vez conseguiste que te repitieran los exámenes? –Inquirió Jisung, mirando con ojos curiosos al de escasa altura, que caminaba a su lado de camino a la biblioteca del instituto.

Los nueve chicos habían optado por aprovechar los quince minutos antes de que empezaran las clases, para repasar por encima los apuntes que entrarían en los exámenes que se iban acercando...O simplemente se refugiarian en la biblioteca para hablar entre ellos mediante susurros y risas contenidas.

–Sí, casi todos –Contestó él, girando su cabeza para mirarlo mientras lo explicaba.–, el de matemáticas no quiso hacerlo, y me dijo que si quería aprobar necesitaba sacar buena nota en el próximo examen. Un hombre muy agradable y comprensivo –Agregó con falsa amabilidad, mientras sonreía con rencor.

–¿El señor Kang? –Curioseó Jeongin, apartando con cuidado el cuerpo de Jisung del lado del pelinegro, para poder mirarlo.

–Es un monstruo. –Escupió Seo como única respuesta, sacando una carcajada grupal a los nueve chicos. Todos sabían lo cruel que podía ser ese hombre.