Sky estaba especialmente relacionada con el misterioso pero mágico pueblo de Beacon Hills.
Stiles Stilinski era la única familia que le quedaba, se mudó de nuevo al tenebroso pueblo y todo cambió, cuando conoció a ese lobo, Isaac.
El personaje princ...
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No cabía duda que tenía que seguir estudiando y mi tío me inscribió en el instituto de Beacon Hills, estaba en la mayoría de clases con Stiles, excepto algunas como arte y matemáticas avanzadas.
Scott y mi primo habían estado muy pendientes de mí el primer día, me enseñaron todo y me prometieron esperarme para la hora del almuerzo. Acabé la última clase antes del descanso y fui hasta la cafetería donde vi a lo lejos a Scott hablar con una chica, busqué a mi primo con la mirada y estaba embobado observando a Lydia, rodeé los ojos y fui hasta su mesa.
— Se te va a caer la baba — Dije sentándome en la silla de enfrente.
— ¿A mí? — Intentó hacerse el desinteresado y eso hizo que me riese aún más.
— A mi no me engañas Stilinski — Dije mientras empezaba a comer lo que había cogido.
— Soy invisible para ella, soy consciente Sky, espero que al menos sepa mi nombre — Dijo llevándose una patata frita a la boca.
— ¡Scott! — Stiles levantó la mano llamando a nuestro amigo y me giré para mirarlo, venía acompañado de una chica morena, ambos llegaron y se sentaron.
— Sky Stilinski — Me presenté a la chica, ella era la famosa Alison de la que tanto habló ayer Scott en casa, era guapa.
— ¿Sois hermanos? — Preguntó mirándome a mí y a Stiles.
— Somos primos, pero si, es como si fuésemos hermanos — Respondió Stiles y yo asentí, seguimos hablando durante el tiempo del almuerzo hasta que el timbre nos indicó que debíamos volver a clase, solo tenía dos, arte y biología.
En la primera clase no me tocó con nadie conocido a excepción de Lydia Martin pero bueno, creo que ella no me conocía de nada, así que estuve sola, en la siguiente estaba con mi primo, Scott y Alison, me senté en uno de los asientos libres que quedaban, estaba a un par de mesas de ellos, pero daba igual, a mi lado había una mesa vacía que enseguida fue ocupada por un misterioso y guapo rubio que no había visto nunca.
Había algo en ese chico que me llamaba la atención y no sabía que era pero no podía despejar los ojos de él, creo que cada cinco minutos le miraba, y podía sentir que él se empezaba a sentir incómodo, así que dejé de mirarlo, no quería que pensara que era una loca.
Las clases terminaron y cuando nos estábamos levantando para irnos parece que lo hicimos a la vez y chocamos, el chico tenía la mirada clavada en el suelo y no se atrevía a mirarme, no sabía que le pasaba y tampoco quería incomodarle e hice lo primero que se me ocurrió.
