El principio (Pasado)

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Era un día algo raro, por la mañana había hecho un tiempo primaveral, pero conforme iba entrando la tarde las nubes se acercaban y parecía que llovería en cualquier momento, el único día de la semana en el que había decidido salir.

Había quedado  en casa de la persona que me había invitado, no le conocía mucho, pero se acercó a mí en el patio y me preguntó si me apetecía quedar, creo que notó que no era de las chicas más populares.

Llamé a la puerta de la gran casa, con miedo, era la primera vez que iba allí y para una niña de trece años una casa enorme y en mitad del bosque daba pie a un montón de historias terroríficas.

La puerta tardó un minuto en abrirse, cuando por fin decidieron abrirme pude ver a un chico unos años mayor que yo, de unos impresionantes ojos azules y pelo negro.

Siempre había sido enamoradiza, no me hicieron falta ni siquiera dos minutos para caer rendida a los pies de ese chico de nombre desconocido, desconocido en general.

-¿Tú quien eres?- Escuchar su voz fue gratificante, lo estaba esperando desde que abrió, era una mezcla de curiosidad, malicia y frialdad, pero también noté algo de ternura.

-¿Está Derek?

No era el mejor comienzo, podría haberle preguntado su nombre y presentarme, pero no quería quedarme más rato fuera, estaba segura de que había escuchado algunas gotas caer.

El desconocido me miró unos segundos, con una sonrisa ladina, luego se echó a un lado y me invitó a pasar.

Cerró la puerta de un golpe seco, que me hizo saltar un poco en mi sitio, oí su risa y me indigné, él no era nadie para reírse de mí. Llamó a Derek en un grito y después de echarme una última mirada se fue de allí.

Escuché a Derek bajar rápidamente las escaleras.

-Hola, lo siento, no quería hacerte esperar tanto, estaba terminando de limpiar.

Derek Hale disculpándose por hacerme esperar...apenas habíamos hablado un par de veces antes de ese momento, pero me pareció tan natural y tierno que le seguí la corriente.

Ese fue el comienzo de una larga y tormentosa amistad entre Derek Hale y yo.

*********

Los años pasaron y Derek y yo nos habíamos convertido en adolescentes, dieciséis años recién cumplidos.

No lo sabíamos pero iba a ser el año en el que empezara una pesadilla que parecería eterna.

Estábamos Paige, Derek y yo en casa del hombre lobo, Paige y él no eran aún pareja del todo, pero sabía que no tardarían mucho.

Yo sabía desde hacía un año la condición de Derek y su familia, fue impactante, y me tuve que alejar de ellos un tiempo para asimilar la noticia.

-Podríamos jugar a algún juego-propuso Paige, era mi mejor amiga, y la persona más dulce que existía.

-Derek siempre hace trampas en los juegos.

Él se quejó, pero sabía que tenía razón.

-¿Una peli?

Nos miramos los tres, sopesando esa opción, al cabo de unos segundos los tres asentimos, era una buena idea.

-Me encargo de las palomitas-dije, sin darles tiempo a añadir algo antes de irme en dirección a la cocina.

Era habitual que estuviera en la casa Hale, por lo que ya no me daba miedo andar por allí, como me pasaba al principio, casi toda la familia me había aceptado.

Las palomitas se estaban haciendo y yo estaba hipnotizada con las vueltas que daban en el microondas y el olor que poco a poco desprendían.

-Antes de devorarlas intenta dejar  unas cuantas a tus amigos.

Salté del susto, como la primera vez en la que el individuo que tenía delante cerró de golpe la puerta detrás de mí cuando era pequeña.

-Hola a ti también.-Saludé

La relación entre nosotros había cambiado a lo largo de los años, al principio él aprovechaba los momentos en los que estaba sola para meterme miedo, pero una vez aprendí a no hacerle caso en algunas cosas y a contestarle de vez en cuando todo cambió, y hacía tiempo que teníamos un juego, era peligroso, pero no podía evitarlo, me encantaba cuando tonteábamos, era consciente de que era mucho mayor que yo, pero no lo aparentaba en absoluto y yo no era tonta, me enamoré de él nada mas verle y no había cambiado nada en tres años.

El tío de Derek sonrió y se acercó a mí, quedándose a mi lado, así estuvimos durante un tiempo, las palomitas se habían hecho, pero era la vez en la que más cerca habíamos estado y no quería alejarme para coger las tontas palomitas.

Podía sentir su brazo muy cerca del mío, nuestras manos apoyadas en la encimera prácticamente juntas y su olor, que me llegaba a la perfección me estaba volviendo loca, él me volvía loca.

-¿Vas a estar todo el tiempo a mi lado?- intenté romper el silencio metiéndome un poco con él, pero las cosas no salieron como yo esperaba.

-Todo el tiempo que pueda.

Mi corazón empezó a latir rápidamente y sabía que él lo escuchaba y disfrutaba con ello, idiota.

Me acerqué a él bastante, podía sentir su respiración, nuestras miradas chocaron, desafiantes, mi corazón latió más rápido.

-¿Es eso una promesa?

Él no respondió, en parte lo dije de broma, suspiré y me di por vencida, separándome, apartando mi mirada de la suya y sacando las palomitas.

No estaba prepara para que me rompiera el corazón, aún no, prefería que todo se quedara en un tonto juego de niños.

Estaba apunto de salir de la cocina cuando su voz, fría y distante, como todo el mundo la describía, aunque parecía que yo era la única que escuchaba un tono suave mezclado, me detuvo.

-Sí, es una promesa.

Me quedé paralizada, sin saber como reaccionar, sin atreverme a mirarle cuando pasó a mi lado para irse, con el corazón explotando.

El juego de niños acababa de terminar.


Soul {Peter Hale}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora