CapítuloDieciocho
― ¿Cómo pasó? ― mi voz sonaba más grave de lo normal.
―América me entregó la carta de la reina en manos. Me explicó que Gerad la había recibo con la misión de volvérsela a entregar a uno de los guardias rebeldes... No me dijo nada más, y salió corriendo en dirección al ala norte. No la vi de nuevo, todos suponemos que la han tomado de rehén.
Mi impresión pronto se transformó en una ira incontrolable. ¡Kriss sabía lo que significaba América para mí!
Me levanté precipitadamente y en un impulso tomé Aspen Leger del cuello impecable de su camisa y lo sacudí.
― ¡Cómo es posible que la dejaras sola! ― gruñí.
Los ojos azules de él estaban cristalizados.
― Majestad... Créame cuando le digo, si hubiera estado en mis manos yo hubiese dado mi vida por ella ― el posó su mirada sobre mí, con seguridad.
Lo solté y luego llevé mis manos hasta mi rostro, cubriéndolo, tratando de ocultar mi total desesperación.
― Puedes retirarte Leger. Déjame la carta.
Y él obedeció, aunque antes de retirarse se giró para murmurarme:
― Los siento mucho su majestad...
― Yo lo siento más, Leger ― casi gemí.
Oí cómo Leger salía y cerraba la puerta detrás de él. Entendía perfectamente las consecuencias de una guerra... Y sabía que no debía tener miedo de dejar ir nada; pero América era la excepción. Ella era el único que no podía llevarse... No sin antes quitarme el corazón del pecho.
Era hora... De salir del palacio.
Estaba vestido con un uniforme militar, recto y con una apariencia tan distinta a la habitual que nadie en el palacio me había reconocido al caminar por los pasillos, y ni mis padres pudieron hacerlo antes de que yo soltara una palabra.
Me uniría a las fuerzas del ejército cómo general. Encontraré el origen del conflicto con mis propias manos... Si había algo que el enemigo no podía adivinar, era cuanto dolor me habían causado al llevarse a mi mujer y cómo respondería yo ante esto.
Podía ser un estúpido plan, pero ya no quedaban opciones. Necesitaba arrancar este cáncer de raíz y recuperar a América con vida, no podía sólo quedarme esperando a que sucedieran las cosas.
Me giré hacia mi padre, quien me miraba pálido de rabia o de ira. Mi madre lloraba desconsoladamente ocultando su rostro entre sus manos, sentada sobre su trono.
― ¿Estas seguro de lo que dices, Maxon? ― me dijo mi padre en un tono sombrío. Su ceño se fruncía cada vez más.
― Maxon, no lo hagas. No volverás... ― mi madre lloriqueó.
― No hay otra opción, madre. Lo tengo decidido y lamento que esto te afecte tanto.
― ¿Qué dirá el pueblo? Maxon, tú eres el único que queda en la línea de sucesión. No hay más dinastía Screave si mueres allí afuera ― murmuró papá en respuesta.
― Tú puedes dirigirlo todo, padre. El pueblo no tendría que enterarse de esto... Pienso dejar a alguien de confianza que ocupe mis aposentos y fingirá estar enfermo. Sólo necesito dos meses ― me giré hacia la salida― En dos meses tendré aquí a Kriss para llevarla a juicio. Ya estoy harto de todo esto.
Mi padre golpeó su puño contra su trono. Su rostro se enrojeció.
― ¡Nunca has entendido el significado de la responsabilidad!
― No resolverás nada de esta forma, hijo ― le apoyó mi madre.
Volví a mirar a mis padres y el yugo de la corona cayó sobre mí de nuevo, cómo miles de toneladas en mi espalda.
― ¿Sabes, papá? Tienes toda la razón. SI tal vez no me hubieras manipulado toda la vida para hacer tu voluntad solamente, yo sabría defender la mía y aprender a sobrellevar mi responsabilidad ― gruñí ― Pero estoy seguro ahora... De que la guerra no es sólo culpa mía, sino también tuya.
Y entonces avancé hacia las puertas.
― ¿Irá Lynch contigo, hijo? ― mi madre musitó desde atrás.
― Si, madre ― me detuve un instante― No te preocupes. Yo volveré.
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Sin (A Kiera Cass Novel FanFiction) #WWA
FanficMaxon no perdonó a América y el ataque de los rebeldes jamás ocurrió. Años después de haberse casado con Kriss, el nuevo rey de Illéa descubre que esta no puede tener hijos. Maxon y América vuelven a encontrarse en circunstancias muy diferentes a l...