Capítulo Veintiuno

487 37 15
                                    

Capítulo Veintiuno

Disolví en mi cerveza un polvo curativo de raíces secas. En este tiempo en guerra, muchas veces terminé herido y descubrí cuán deformado podían dejarme las alergias a ciertas infusiones y raíces sin procesar; ese sería mi escape perfecto para poder mostrar mi rostro en este lugar.

Simon quedó pasmado ante mi transformación en la noche. Pedimos un cuarto juntos y Astrid nos llevó hasta un hueco en el fondo de un pasillo, con sábanas sucias que preferimos no utilizar y dormir sobre la aspereza de un colchón de paja. No pude evitar soltar gemidos de dolor toda la noche, mientras sentía que el rostro me ardía de manera casi insoportable.

― Su majestad ― susurró Simon ― Su salud empieza a preocuparme...

― N-no te preocupes, niño. Todo va a estar bien ― balbucí.

― Y... ¿Si el general Gerald y el capitán Leger deciden salir a buscarlo por la aldea cuando noten su ausencia?

Ellos no lo harían, porque no son estúpidos ― pensé― Jamás delatarían a todo escuadrón y las coordenadas del campamento.

― No lo harán, Simon.

― Recuerde que es el rey. Ellos harían cualquier cosa por usted.

Lo recuerdo siempre.

Siempre recuerdo que la maldita corona me perseguirá hasta el día de mi muerte, Simon― quise decirle.

Duerme ― fue la única palabra que pude masticar debido a mi intenso dolor.

Cuando el sol perforó una pequeña ventana en la pared, mis ojos parecían pintados de escarlata y empezaba a arder. Tomé fuerzas para levantarme, acomodé un poco a Simon en la cama ― quien aún dormía― y salí en busca de respuestas.

El pasillo estaba vacío completamente, y cuando quedé enfrente de la primera habitación, pude escuchar unos gemidos muy audibles. Por lo que escuché, la fiesta aún no terminaba para todos.

Seguí mi camino hasta la precaria recepción en donde se había llevado a cabo la fiesta hace algunas horas. Los vasos de cerveza estaban a montones esparcidas por todo el suelo, y aún había hombres dormidos en los taburetes.

La escena era desastrosa.

Cuando levanté más la mirada pude notar a Astrid, quien ahora vestía algo diferente, unos harapos color café que le cubrían hasta poco menos de los tobillos y el pelo recogido en un moño. Ella estaba levantando algunos vasos del ; pronto se giró para con el rostro un tanto .

― Vaya, vaya, vaya ― se rio ― parece que a alguien no le caen bien las cervezas. Pareces una baya.

Me reí como pude, ya que mis mejillas estaban realmente inflamadas.

― Creo que si...

Ella siguió con su deber y yo la seguí.

― ¿Acaso eres un príncipe al que nunca dejaron beber cerveza del pueblo? ― ella bromeó.

Casi pierdo la respiración por un momento.

― Sólo soy un poco sensible a la cebada, supongo ― balbuceé.

Ella ignoró mi comentario y siguió con lo suyo.

― ¿Pudo ayudarte con eso? ― pregunté amablemente.

― Definitivamente, no-

Y ambos oímos cómo la puerta principal de la taberna se abría abruptamente, el sonido de eso hizo que mis oídos dolieran. La madera crujió bajo los pies de un hombre robusto y gigantón quien hizo acto de presencia.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 27, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Sin (A Kiera Cass Novel FanFiction) #WWADonde viven las historias. Descúbrelo ahora