Los primeros días te sentaba sola, pero ahora parece que has hecho amigas. En verdad me alegro por ti, a mí me cuesta horrores socializar, pero debo confesar algo egoísta de mi parte: extraño un poco cuando estabas en soledad.
Cuando te sentabas sola, tenía la oportunidad de tomar asiento cerca tuyo. Ahora todos están ocupados. Te rodean como a la abeja reina.
Cuando te sentabas sola, yo me sentía menos solo.
Cuando te sentabas sola, sentía que algún día tendría el valor de hablarte, pero no voy a hacerlo ahora. Las amistades femeninas me intimidan, no estoy seguro de por qué.
Ojalá un día vuelvas a estar sola. Así dejas de estarlo, pero conmigo en la ecuación.
De esa forma podría empezar nuestra historia de amor, Lourdes.
No la pospongas como si fuera una alarma.
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Siempre todo y nunca nada
Teen FictionMis ojos te persiguen como si fuera un juego, pero ambos sabemos que no lo es.