Eres un chico responsable. Nunca te he visto faltar a clase, y cuando yo falto, sé que vienes.
Tengo seguridad de que, ya sea tarde o temprano, entrarás por las puertas del salón cada día. Eso me motiva a salir de la cama en la mañana, y debo confesarte que pocas son las cosas que me hacen querer abandonar ese maravilloso invento denominado colchón. Sobre todo cuando he pasado siete horas comodísima en sus brazos.
Te veo entrar. Siempre que hace frío llevas esa campera militar. Me pregunto si la lavas, y si no lo haces, no te preocupes. Yo no lavo mi abrigo.
Tal vez solo una vez al año.
Te sientas en diagonal frente a mí. Eres una tentación, al igual que las galletas que sacas de tu mochila; son agridulces, las conozco y me encantan incluso un poco más que tú.
Me ruge el estómago. Te iría a a pedir galletas, pero eso es un nivel de acoso que aún no desbloqueé.
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Siempre todo y nunca nada
Teen FictionMis ojos te persiguen como si fuera un juego, pero ambos sabemos que no lo es.