Sé que tengo que hacer el siguiente movimiento, pero no sé cómo.
Tus amigas siguen ahí, una a cada lado, como si fueran tus guardaespaldas. Tal vez debería maldecir a una con la gripe para que contagie a la otra y falten unos días, pero correría el riesgo de que te enfermes tú también.
Pienso que podría abordarte a la salida, pero ellas te suelen acompañar unas cuadras, por eso, y porque tengo hambre, siempre me voy rápido: sé que no tengo posibilidad de estar contigo a solas y eso me frustra de la misma forma en que lo hacía equivocarme en un signo en matemáticas.
Dejando de lado el problema del cómo, tengo otro más, relacionado con el qué.
¿Qué se supone que te diga?
¿Qué quiero decirte?
¿Qué quieres escuchar?
¿Qué?
¿Qué?
¡¿QUÉ, LOURDES?!
Necesito una señal.
Valentía también.
Y una sonrisa tuya no vendría mal, solo digo.
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Siempre todo y nunca nada
Teen FictionMis ojos te persiguen como si fuera un juego, pero ambos sabemos que no lo es.