Parte 7: Aniversario

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GEREMY




Comida lista y mesa preparada. La botella de vino en el centro de la mesa con el sacacorchos a un lado, lista para ser abierta y servida.

Mi habitación al fondo del pasillo fue arreglada y decorada por mí mismo, quizás me excedí con los pétalos de rosas sobre la cama, pero se supone que las mujeres gustaban de esos detalles cursis, ¿No? Jamás había sabido muy bien cómo complacer a Jamie, así que tenía todas mis esperanzas puestas en su lado femenino.

Cuando la hora establecida estaba por llegar, me apresuré en cambiar la sudadera que traía puesta por esa camisa a cuadros azules que ella me había regalado para mi cumpleaños pasado, tampoco quería estar tan elegante, solo era una cena entre nosotros y si todo salía bien, la ropa no nos duraría demasiado tiempo.

Al menos eso esperaba. Si todos los santos estaban a mi favor esa noche.

Justo cuando acababa de ponerme una gota de perfume el timbre de la casa se dejó escuchar. Fui a atender rápidamente y sonreí al mirar por el ojo de pez, recibiendo a mi chica con una de esas sonrisas amplias que todo el mundo decía me caracterizaban.

—Señorita, bienvenida sea usted. — Dije a tono de broma, a lo que ella rió de manera dulce y se abrazó a mi cuello, dejando un pequeño beso en mis labios que me supo a poco... Por no decir nada. — Feliz aniversario, preciosa.

—Feliz aniversario, amor. Mh... ¿Has cocinado ya? — Preguntó al parecer deleitada con el aroma que había dentro de la casa, por lo que me apresuré en hacerla pasar, encendiendo la luz de la sala. — Pensé que íbamos a cocinar juntos.

—Para nada, este día es para atenderte y celebrar. Ya habrá oportunidades de cocinar juntos. — Le aseguré notando como se quitaba su abrigo, dejando a la vista un elegante vestido de color rosa pálido que llegaba poco más arriba de sus rodillas, abrazando la curva de su cintura de manera perfecta.

Jamie era hermosa. Y cada vez que la veía me quedaba en alguna clase de trance momentáneo.

Por el resto de los minutos, ella me acompañó a la cocina. Su estado de ánimo era estupendo. Reía alegremente y me abrazaba y besaba de vez en cuando, teniendo en cuenta que de la relación era yo quien siempre daba los primeros pasos; eso era algo que me tenía bastante sorprendido y gustoso. Conversamos sobre nuestros días y me comentó lo mucho que le costó decidirse en cuál vestido comprar, era un tema que sinceramente jamás comprendería del todo, alguna vez había ido de compras con ella y me prometí a mí mismo no volver a hacerlo jamás. Jamie tardaba cerca de una hora en cada tienda, se probaba más de la mitad del stock para finalmente decidir que nada se veía bien en ella.

Y no sé si mi pensamiento era muy básico, pero a mi criterio, todo se le veía estupendo y solo quería que comprara de una vez para irnos a comer.

Luego de asegurarle que su decisión para aquella noche era la ideal y que estaba tan guapa como siempre, me ayudó a servir nuestros platos y llevamos todo a la mesa ya preparada, ganándome un halago por la preparación y la botella de vino dulce dispuesta para nosotros.

—¡Mh! Sabe delicioso.

—Ya sabes que cocinando soy muy bueno. — Presumí ganándome una nueva risa de su parte, enfrascándonos en otra conversación sobre la escuela, nuestros amigos, los talleres y el año recién pasado en que habíamos estado formalmente como novios.

Salió a colación el tema de mantener nuestro noviazgo a escondidas, y sin querer que aquello se transformara en un pleito como la mayoría de las veces, le pedí dulcemente que ése fuese un tema que habláramos otro día, porque esa noche era para disfrutarla con pequeños detalles como la cena y el vino, el cual nos fuimos bebiendo de a poco con finos sorbos.

No lo nieguesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora