Parte 31: Confío en ti

39 3 0
                                    


GEREMY






Habían pasado ya tres semanas. No sabía nada de Kellan, él no se había comunicado conmigo y Kristopher no me hablaba de él tampoco. A pesar de que cierta parte de mí necesitaba saber cómo se encontraba, el orgullo era mucho más fuerte y me impedía preguntarle a mi mejor amigo sobre él, sobre todo cuando Kristopher la mayoría de las discusiones había estado de parte de Kellan.

Habían sido tres semanas en donde había estado aislándome más o menos de la sociedad. Compartía lo justo y necesario con algunos amigos que había hecho en la universidad, en el trabajo en la biblioteca estaba casi siempre solo, intercambiando palabras con los chicos que iban a pedir sus materiales, y a veces salía con Kristopher a pasar el rato. El hecho de estar estudiando cosas distintas nos complicaba mucho los horarios libres que cada uno tenía, así que comparado a cómo éramos en la escuela, estábamos bastante más distanciados.

Sin embargo, había un detalle que cambió durante estas tres semanas.

—Vamos, Emy. Tengo ganas de tomar helado. Acompáñame, ¿Sí?

Reí por su puchero exagerado y esas pestañas que revoloteaba sin cesar con tal de convencerme.

—Te dije que tengo tarea, accedí a salir un rato contigo, no abuses...

—Uhm, te recordaba más divertido. — Volvió a quejarse, cruzándose de brazos esta vez.

—Quizás haya cambiado un poco. — Rodeé los ojos al responderle.

—Solo un helado, lo tomamos en el parque y luego te dejo marchar.

Suspiré, derrotado.

—Está bien, Jamie. Tú ganas. — Ella sonrió victoriosa y me tomó del brazo para arrastrarme hasta la heladería que teníamos cerca.

No sé en qué momento habíamos olvidado tanto nuestras diferencias. Luego de que arregláramos nuestros asuntos pendientes habíamos comenzado a hablar de manera esporádica por redes sociales. Al principio nos respondíamos de vez en cuando, ella preguntándome por la universidad y yo por las animadoras por simple cortesía, pero conforme fueron pasaron los días pareciera que teníamos más y más cosas que contarnos.

Añadiendo eso al hecho de que ya no me veía con Kellan, encontraba en las conversaciones de Jamie la escapatoria perfecta.

Ella eligió su helado de menta y yo el mío de chocolate con galletas, y tal como le prometí, nos fuimos a sentar a un parque que no estaba demasiado poblado debido a la hora, ya casi eran las nueve de un jueves, la gente tenía sus cosas que hacer al día siguiente.

Y yo también, pero no sé por qué venía dejándome convencer por los planes de Jamie desde las cinco de la tarde.

—Entonces... ¿Vas a decirme finalmente qué te tiene tan deprimido?

—Yo no estoy deprimido. — Me defendí frunciendo el ceño, sentado a su lado en la banca que estaba frente a la fuente en el centro de aquel parque.

—¿Se trata de alguna chica? — Preguntó claramente ignorándome.

—No estoy deprimido. — Insistí. — Y si se tratara de una chica, no creo que sea normal hablarle de eso a mi exnovia.

Ella pareció pensárselo mientras probaba un poco más de su helado, encogiéndose de hombros. No pude evitar sonreír, era la Jamie que yo había conocido, esa niña linda y tierna de la que me había enamorado alguna vez, no la engreída animadora de la escuela que miraba a todos por encima del hombro.

No lo nieguesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora