Parte 25: Regalo número dos

54 4 0
                                    


GEREMY





Sábado por la mañana y ya sabía de antemano todo el espectáculo que se avecinaba. Tenía las redes sociales bombardeadas con mensajes de los chicos, obligándome a despertar para ir por las cosas que necesitaríamos para la noche.

Al igual que con el cumpleaños de Kris, haríamos una fiesta más o menos a lo grande... Nuevamente en mi casa. El rumor de la fiesta se había extendido en la escuela y en menos de lo que canta un gallo, había decenas de personas que confirmaban su asistencia en el evento creado en Facebook, cortesía de Adam.

—Yo prefiero que te quedes en casa y ya nos veamos por la noche, no quiero que le exijas tanto a tu tobillo o no vas a recuperarte nunca. — Le dije a Kellan por el teléfono, mientras buscaba en el armario algo que ponerme ese día.

Acababa de salir de la ducha medio húmedo con solo una toalla amarrada a la cintura. Kellan me había llamado para avisarme que iría con nosotros, a lo que claramente me negué de inmediato. Seguía con la bota ortopédica en su pie y tenía instrucciones de reposo, y aunque sabía que eso lo estaba volviendo loco, me quería cerciorar de que cumpliría las órdenes del médico para que así sanara pronto su lesión.

Pero es tu cumpleaños... Quiero estar contigo. — Sonreí como idiota al escucharlo.

Era extraño que Kellan fuera cariñoso, por lo general le costaba mucho abrirse en este tipo de situaciones, él decía que era porque aún le costaba asimilar el hecho de que estábamos saliendo y yo lo entendía, es por eso mismo que trataba de ser quien diera la cuota de amor cada vez que estábamos juntos.

Sin embargo, ya me había sorprendido un par de veces con este tipo de "amorosos" berrinches.

—Kell, mi cumpleaños es mañana.

¡Pero mañana no podremos estar juntos! —Volvió a reprochar, podía imaginármelo poniendo los ojos en blanco.

Me apoyé con mi hombro izquierdo en la puerta del armario, soltando una risa por lo bajo.

¡Y deja de llamarme Kell!

—Yo no te he reclamado por ese apodo tan... Cursi que me has puesto en tu teléfono.

¡O-Oye! ¿Sabes qué? Vete a comprar tú solo con los chicos. Extráñame, Ger. Tú te lo pierdes.

—Joder, me encantas ¿Lo sabías?

Deja de decir cosas como esas, es vergonzoso. Nos vemos por la noche.

—Nos vemos por la noche. — Añadí con una media sonrisa y colgando luego la línea.

Suspiré. Como idiota enamorado lo hice y una vez más me replanteé todo lo que estaba ocurriendo entre Kellan y yo. Las cosas seguían como siempre, no es que haya pasado mucho tiempo de todos modos, una semana y unos cuantos días desde que aceptamos lo que sentíamos por el otro.

Desde entonces habían sido escasas las veces que habíamos estado completamente solos, y frente a los chicos debíamos seguir actuando como amigos todo el tiempo. Era un poco agotador, pero seguramente necesario para la seguridad del moreno y la mía, después de todo. Para ambos era difícil aún aceptar ser homosexuales... Aunque no me consideraba como tal.

Solo me gustaba Kellan.

Como todo fin de semana mis padres se irían a casa de mis abuelos y a mí me tocaría ir mañana para celebrar en familia mi mayoría de edad. Mamá insistía en que cumplir dieciocho años era importante y mis abuelos debían estar presentes, así que me tocaría ir con resaca hasta las afueras de la ciudad.

No lo nieguesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora