Parte 23: Escenario

52 4 0
                                    


GEREMY





No recordaba mucho los motivos por los cuales estaba en ese momento desayunando en casa de Kellan, semidesnudo. Sin embargo, sí que recordaba haber ido al bar donde Kristopher trabaja y emborracharme haciendo uso del hecho de que la mayoría de los que ahí trabajaban me conocían por ser amigo de él, e ignoraban el que aún no cumplía la mayoría de edad.

Aunque que quedaban pocos días para eso.

Escuchaba a Kellan removiendo cosas en el piso de arriba, tenía claro que él se merecía explicaciones, y yo necesitaba que aclaráramos unas cuántas cosas más. Era momento de poner todas las cartas sobre la mesa, dejarnos de rodeos y hablar sobre todo lo que había estado pasando entre nosotros hasta el momento.

Subí al cuarto luego de haber lavado las cosas que Kellan ocupó para hacer el desayuno, y con un nudo en el estómago me dirigí a su cuarto viendo como estaba con una caja sobre la cama.

Estaba sentado a forma de indio sobre la cama con la caja ya cerrada a un lado. Soltó un suspiro al mirarme y se rascó la nuca, aproveché aquellos segundos para tomar la silla giratoria de escritorio que tenía dentro de la habitación, arrastrándola para ponerla frente a la cama y sentarme en ella, intentando parecer tranquilo.

—Bien, ¿De qué quieres hablar primero? — Pregunté, no muy seguro de por dónde deberíamos comenzar, si tocar primero el tema de esa noche que pasamos juntos, o lo ocurrido con Jamie, o quizás sincerarme con respecto a lo que sentía por él.

—Lo siento. — Dijo él, sacándome de cualquier pensamiento. Lo miré con el ceño ligeramente fruncido, él mantenía la mirada fija en sus manos que retorcía con nerviosismo o incomodidad, no estaba seguro de eso. — De haber sabido que Nana era tu novia jamás lo habría hecho... Sé que no es una excusa, porque lo que hice fue una verdadera mierda y créeme, Geremy, que estoy muy arrepentido y si pudiese devolver el tiempo lo haría. — Sonaba acongojado, completamente sincero.

Sacar el tema a relucir hacía que mi molestia se acrecentara de nuevo, las fotografías que había visto no podían sacármelas de la cabeza, se repetían otra vez en diapositivas ante mis ojos.

—Pero no puedes devolver el tiempo, Kellan. — Hablé con un tono más arisco del que pretendía, logrando que se encogiera un poco sobre la cama. Parecía un niño asustadizo y por un segundo me arrepentí de haber alzado la voz. —¿Tienes idea del problema en el que la metiste? ¡Sus padres son conservadores, Kellan! ¡Ella jamás pudo presentarme por miedo!

En ese punto lanzó una sonrisa irónica, alzando la mirada para enlazarla con la mía.

—¿Es en serio? — Preguntó con una media sonrisa. — He conocido niñas de familias conservadoras, y créeme que suelen ser tan recatadas como ellos. —Comenzó a decir, sin dejar de mirarme. — Nana no tenía nada de recatada.

—¡No hables así de ella!

—¡Es la verdad! ¡Ella fue quien aceptó de inmediato el encontrarnos!

—¡Pero seguramente es porque creía en otras intenciones tuyas! ¡Ella era virgen, por Dios!

Kellan me miró con los ojos casi saliéndose de sus cuencas, pensé que era por el shock de enterarse de ello luego de todo lo que había hecho con Jamie, pero cuando frunció el ceño empecé a desviar aquel pensamiento.

—¿Ella te dijo eso?

—Jamás intimamos por ese motivo, te lo dije. Ella tenía miedo porque era su primera vez. — Comenté, ahora más tranquilo y atento a sus movimientos.

No lo nieguesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora