Parte 18: ¡Yo no sabía!

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GEREMY





Los chicos me habían ayudado a limpiar la casa sin que yo se los pidiera. Seguro que era por mi cara, me sentía extraño.

Admito que tenía algunos recuerdos de la noche anterior, sobre todo de Kellan desnudo y gimiendo mi nombre. Recordar aquello hacía que se me calentaran las mejillas y agitara la cabeza para pensar en otra cosa, era una situación malditamente complicada.

Sabía lo que Kellan había estado luchando todo este tiempo contra los ataques por sus padres homosexuales, y cómo se había empeñado ante toda la escuela en demostrar que él no era parte de ellos, que por ser hijo de dos hombres no era también gay. Sin embargo, quería hablar con él, no era una broma la atracción que había entre ambos, había pasado mucho tiempo sintiéndonos de esta manera y lo sabía porque Kellan respondía ante mí de la misma forma en la que lo hacía yo. Había estado intentando quitar aquella parte de mi vida de mi mente, pero lo cierto es que pensaba cada vez más en él, tenía ganas de tocarlo y besarlo a cada momento, y estaba seguro de que después de haber pasado la noche con él, aquellos sentimientos solo incrementarían, el deseo por él iría en aumento por más que quisiera negármelo a mí mismo.

—¿Seguro que no quieres que me quede aquí? — Preguntó Kristopher cuando Daemon estaba por irse, le sonreí de medio y lado y negué con la cabeza, palmeando su hombro.

—Estoy bien, iré a dormir un rato. — Dije para no preocuparlo, él no muy convencido asintió y se terminó marchando junto a Daemon.

Suspiré.

Subí a mi cuarto y noté todo ahí destendido tal y como estaba cuando me desperté en la mañana. Me quité la ropa y solo con ropa interior me acosté en la cama, parecía que el aroma de Kellan seguía impregnado en mis sábanas, y como suponía, aquello lejos de irritarme, me calmó.

Cuando tenía planeado idear algo para poder hablar con Kellan, mi teléfono comenzó a sonar anunciando una videollamada. La única que tenía una obsesión con esa clase de cosas era Catherine, alegando que al vivir lejos era la única manera de poder vernos seguido. Así que deslicé el dedo por la pantalla para aceptar la dichosa llamada, poniendo el teléfono frente a mi rostro para contestar mientras me acomodaba el flequillo.

Hola, hermanito. He llamado a mamá y me ha contado que anoche hiciste una fiesta en casa, así que quise llamar para asegurarme de que no estás en problema, ¿Todo ha salido bien? — Tan enérgica como siempre comenzó a hablar como si el mundo fuese a acabarse. —Te ves horrible, se nota que no has dormido nada. — Rodé los ojos y ella rió.

—Tú eres la que se ve horrible cuando se levanta, hermana. No yo. — Ataqué logrando que hiciera un mohín. Sonreí solo un poco. —Todo ha salido bien, nada roto ni quemado. Pueden estar tranquilos.

A través de la pantalla comenzó a pintarse los labios, logrando que riera porque tenía esa maldita costumbre de maquillarse cuando hablaba por teléfono.

¿La fiesta era de Kristopher?

—¿Para qué preguntas si ya sabes todo? — Estaba comenzando a perder la paciencia, quería dormir para poder pensar con claridad, y Catherine con sus miles de preguntas no me dejaba hacerlo.

Vale, suéltalo. Dime qué ha pasado que te tiene irritado.

—¡Nada, joder! Solo quiero dormir. — Pude ver cómo frunció el ceño ante la cámara, ahí venía...

No lo nieguesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora