viginti septem.

101 14 50
                                    

⎯⎯¿Me puedes decir lo que te pasa? Estás actuando muy extraño desde que salimos del área de los videojuegos.

⎯⎯Ya te dije que no me pasa nada, Eunha. Por favor, deja de insistir⎯⎯ Supliqué en casi un susurro.

Ambas nos encontrábamos atrás de los demás, mientras caminábamos entre la multitud del centro comercial para dirigirnos hacia alguna tienda departamental de ropa.

Aún seguía inquieta por esa pequeña, pero alarmante notita que me encontré hace varios minutos atrás, y más inquieta estaba por el hecho de poder haber visto al progenitor de mi novia.

Por más que mi actitud me delataba, no voy a dejar que ella sepa de lo que vi, al menos no por ahora.

La de cabello corto sólo respondió con un pesado suspiro y asintió con la cabeza.

⎯⎯Bien, como quieras.


«...»


Después de haber hecho las compras de ropa, y me refiero a una gran cantidad si sumamos el de todos, nos dispusimos a ir a comer en un McDonald's. El ambiente de nuestra mesa era relativamente cómodo, a pesar de ser ocho personas; Yerin coqueteaba con Yuju en ciertas ocasiones, lo cual ya se nos hacia normal, Sowon tenía una especie de debate Chanyeol, Umji, Baek sobre que tan buena fue una película que sinceramente no era de mi importancia, aunque a veces me unía a su conversación.

Y Eunha también conversaba, pero sólo se limitaba a hablar conmigo y permanecía comiendo de sus papas fritas. Estaba molesta de que no fuera honesta con ella; no la culpaba, tenía todo su derecho, sin embargo, me era difícil decirle la verdad cuando estábamos pasando un gran rato, sin preocupaciones.

Decidí dejar las cosas así con ella, hasta que, pasados otra hora y media más, todos decidimos irnos a nuestras respectivas casas.

Ambas caminábamos a una distancia considerable, sin ir agarradas de las manos o algo por el estilo. Eunha solamente mantenía la vista hacia el frente, mientras sostenía algunas bolsas de las compras que hizo, y yo observaba el anaranjado cielo; estaba atardeciendo muy rápido.

Cada vez el trayecto hacia casa me era muy largo y el ambiente incomodo.

Llevé una mano al bolsillo de mi pantalón y de este saqué discretamente la notita. Estaba dispuesta a contarle ya, al creer que era el momento, pero, de repente, ella me interrumpió:

⎯⎯Es raro que te pida esto de repente, pero ¿podemos ir a mi ex casa?

La mire demasiado extrañada.

⎯⎯¿Por qué quieres ir ahí?

⎯⎯Porque quiero saber si ese señor está o no viviendo todavía en esa casa. Nunca te dije esto, pero, antes de que él descubriera que somos pareja y de que escapara, lo había escuchado hablar por teléfono sobre que se iría por un tiempo fuera del país a hacer negocios, ya sabes, cosas de su trabajo. Era evidente que pensaba dejarme—. Explicó, sin darle tanta importancia de haberse quedado sola —El fin, sólo quiero ir a ver si se fue o no.

Solté un pequeño suspiro y asentí, aún sin estar convencida de si es seguro ir, y guardé de nuevo la notita. Supongo que tendré que comentárselo después.

⎯⎯Está bien.

Doblamos hacia el lado contrario de nuestro trayecto y caminamos unas cuantas cuadras, hasta que, en cuestión de algunos minutos, visualizamos aquella casa.

Nos acercamos a una de las ventanas lo más rápido y sigiloso posible, y le indiqué a Jung a base de señas que nos mantuviéramos unos momentos así. Cuando no creí que hubiera peligro alguno, lentamente alzamos la cabeza para asomarnos entre la pequeñas líneas que la cortina emitía; pudimos ver que todos los muebles estaban tapados con sabanas.

Gᥣᥲss Gᥲrdᥱᥒ ┋2ᥱᥙᥒbι ·˚ ༘:Donde viven las historias. Descúbrelo ahora