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El viaje se me hizo eterno. Todo se debe a que llevo los ojos vendados y no sé exactamente a dónde es que vamos.

-Disculpe -me dice el hombre que maneja- hemos llegado. La ayudo enseguida a bajar.

-¿Ya me puedo quitar la venda de los ojos? -odio que me priven de la vista.

-No, aún no. Yo le diré cuando.

Me quedé sentada hasta que sentí como abrían la puerta del carro. El señor me dio la mano.

-Bueno, tendrá que quitarse sus zapatos solo por unos minutos -yo levanté una ceja aunque sabía que no podía ver mi reacción.

-Necesito que me ayude. Me es imposible con este vestido -le dije con una sonrisa. Era demasiado incómodo hablar con alguien que no podía ver, no sabía a dónde dirigirme. Puede que ahora le esté sonriendo al sillón o ventana.

Él señor, del cual no sé su nombre, me quitó las zapatillas, aunque no entendía por qué. Me ayudó a bajar del carro blanco. Cuando mis pies tocaron el suelo, por fin entendí por qué me tenía que quitar mis zapatillas. Era la arena la que mis pies estaban tocando, se sentía suave, más suave que la que normalmente tocaban cuando íbamos a la playa.

Comenzamos a caminar y tenía que ir con cuidado, temía caerme a pesar de que él amable sujeto me estaba ayudando guiando por mi camino.

-Perfecto -dice- subiremos un escalón de madera, solo uno -eso hice- Perfecto. Ahora, siéntese aquí. Le colocare sus zapatillas de nuevo en su lugar -dice mientras me empuja un poco para tomar asiento. Temía caerme.

Me coloqué los zapatos de nuevo. Ya quería quitarme esta venda de los ojos. Me esta sacando de quicio y estresando.

-Solo cinco pasos y podrás quitarte la venda de los ojos -me dice con amabilidad.

No me tomé el tiempo de contar mis pasos, pero estoy segura de que sí fueron cinco.

-Quédate aquí. Hasta que te digan que te quites la venda, lo haces -asentí.

Pasaron cinco minutos y yo escuchaba ruidos pero no lograba descifrar qué eran. Por un momento casi me quito la venda, pero resistí ante la tentación. Soy una persona muy impaciente y esto me estaba desesperando.

-Okay, ya es hora -dice esa voz de quién aún no veía la cara- a la cuenta de tres te quitas la venda de los ojos.

-¡Por fin! -grito en manera de alivio.

-1... -se escucha ahora la voz de una mujer. Estoy muy segura de que era Karina. Eso me dice que mis amigas están aquí- 2... y... ¡tres! -grita de manera que me indica que me quite la venda.

Eso hice. Lo más rápido que pude, me quité ese pedazo de tela que cubría mis ojos. Tardé un poco en acostumbrarme a la luz, ya que por más o menos cuarenta minutos estuvieron en lo oscuro. Cuando mis ojos por fin lograron enfocar imagen, un gran letrero de lo que parecía ser manta estaba enfrente de mí con unas grandes letras de color negro: "¿Quieres la reina de este príncipe?. No pude evitar mi reacción y comencé a reír, pero con lagrimas en los ojos. De atrás de la manta salió Charles con un disfraz que definitivamente era del príncipe Erick. Se veía demasiado tierno con ese traje.

-Bueno Ina -dice tomándome las manos- todo este tiempo que llevo de conocerte me he dado cuenta de que eres alguien increíble y no me refiero a estos seis meses que tienes viviendo en Miami. Me refiero a desde el primer momento que te vi en ese avión. Fue en ese momento cuando pensé que quería que fueras mi chica. Aunque aún no sabía que eras una mandona -yo solté una risa acompañada de nerviosismo- Bueno. Aún así con el tiempo y tu manera de ser me enseñaste que en realidad quiero que estés conmigo porque te amo y jamás me cansaré de decírtelo. Así que ahora quiero que tú, mi niña... -dice cuando comienza a ponerse de rodillas. Oh no. No por favor. No quiero que me pida matrimonio aquí ni ahora. No me quiero casar porque aún no supero a Christopher y estaría engañándonos a los dos. Así como lo estoy haciendo ahora. Pero lo necesito y de alguna manera Charly me hace olvidar a Christopher. Volteé a ver al rededor y para mi sorpresa había mucha gente parada a nuestro al rededor con disfraces, cosa que no había notado hasta ahora. Roma me miraba con cara de preocupación a ver lo que estaba pasando y yo la miraba con mi cara de ayuda. No quería avergonzarnos aquí. Para mi alivio ninguno de los chicos estaba presente. En particular Christopher. No sé que haría si él estuviera aquí presenciando esto. Ahora. ¿Qué hay de mis padres? Tiene un año que no los veo y casi no tengo tiempo de hablar con ellos si no es por mensaje. Ellos relativamente no saben nada de lo que ha pasado en mi vida. No saben nada de Christopher y mucho menos de lo que me hizo. Saben solamente que he estado saliendo con Charly y que vivo en Miami y solo lo esencial. ¿Cómo es que les diré que me pidieron matrimonio y que estoy comprometida a los diecinueve años con un joven que tiene veintidós? Mi padre de seguro me terminaría matando. Yo volví a dirigir mi mirada a Charly y este ya tenía una caja en forma de concha de mar cerrada en sus manos. Eso explica todo. La temática era Ariel- antes de que digas algo. Sé que no quieres casarte en este momento y que no llevamos muchos años de noviazgo como para saber que en verdad queremos estar juntos para toda la vida. Así que este anillo... -dice abriendo la pequeña caja donde se albergaba este- es de promesa. No de compromiso -logré soltar el aire que estaba aguantando durante todo este momento de tención en mí. El alivio se apoderó de mi. El anillo era lindo. Era de plata y tenía un dije de candado cerrado en forma de corazón con pequeñas letras que decían PANDORA- ¿Quieres ser mi novia? -lo miré a los ojos. Esos que estaban llenos de sinceridad y emoción en este momento. Sus pupilas estaban dilatadas y sus manos temblaban al igual que las mías. Sabía que en verdad él era un buen chico.

"𝑳𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒂𝒃𝒔𝒐𝒓𝒃𝒊𝒔𝒕𝒆 𝒅𝒆 𝒎𝒊" #2 ||Christopher Vélez|| TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora