Capítulo 7.

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Caminamos por el bosque, y a mí parecer llevamos caminando alrededor de veinte minutos, no entiendo porqué no fuimos a la zona habitada, solo nos seguimos adentrando en el bosque.

— ¿Por qué me llevas a lo más recóndito?

— Ahí se encuentra mi casa, vamos no te quejes, ya estamos por llegar.

Mi respiración es agitada, pero aun así no me doy por vencida, mis piernas resisten un poco más.

Levanto la mirada de la tierra, y veo una pequeña cabaña. Pensé que estaría totalmente silencioso y solitario, pero como muchas otras veces me equivoqué.

Hay jóvenes por todos lados hay al menos  unos treinta, logro reconocer a unos cuantos pero la mayoría no tengo idea.
Así que me quedo pasmada y solo observo en como entran y salen de la cabaña.

—Ven entra, no muerden — dice con cierta burla.

Doy unos cuantos pasos, pero todos son titubeantes. La cabaña no se ve tan grande, el tejado se ve algo viejo pero fuera de eso, la madera se ve sólida.

Se ve acogedora.

Subo las escaleras que también son de madera.
Adentro hay unos cuantos chicos bebiendo y conversando, mientras que de fondo se puede escuchar sonar una radio.

Hay una pequeña chimenea en el centro de la sala de estar, alrededor se encuentran dos sillones viejos que parecen ser de un color café oscuro por el tiempo. Las cortinas son blancas y puedo ver un tapete gastado color gris en el centro.

Doy una última mirada hacia la sala y en uno de los sillones está sentado el mentiroso y a su lado se encuentra susurrándole al oído a una chica con piel parecida al sol, que a mi parecer es hermosa. Con su gran melena rizada, ojos grandes color oscuro y un cuerpo bien proporcionado.

Me quedo ahí parada sin poder apartar la mirada.

¿Qué demonios me pasa al contemplar extraños?

Cuando veo que él me atrapa mirándolo levanta una de sus cejas, la chica lo observa siguiendo su mirada hasta toparse conmigo. Y es cuando veo la señal para mirar hacia otro lado.

Entonces me doy cuenta que la mayoría aquí son morenos y no hay tanta palidez como suele haber.
En este momento me avergüenzo un poco de mi color de piel. A comparación de ellos, es como si tuvieran la vida misma.

Retrocedo un poco y choco contra alguien.

Dagan.

— ¿Dónde estabas? pensé que te habías ido — chilla.

Lo miro —: Dame lo que vayas a darme, ya debo irme.

Saca una bolsa detrás de él y dentro de ella hay bolsas de leguminosas, fruta seca, latas de carne y botellas de aceite.

Me quedo viéndolo sorprendida.

— ¿Por qué me das tanto? — farfulló —. Con la leguminosas es más que suficiente.

— Digamos que es la compensación por el mal momento que te hicimos pasar, además,  tenemos mucho de sobra.

— No lo sé, es que... — una voz me interrumpe.

— Hola gotita, deberías aceptarlo.

Me giro rápidamente y ahí está él, antes de que yo diga algo, Dagan habla —: River, pensé que no estarías aquí, en fin te presento ah... — Chasquea los dedos frente a su cara con los ojos cerrados. 

En ese instante me doy cuenta que vine con una persona que ni siquiera sabe mi nombre.

— ¿Cómo es que te llamas? — entrecierra sus ojos.

RAIN [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora