Capítulo 49.

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Estoy parada en campo rodeada de espigas que se mueven de un lado a otro, casi como un baile, mientras el viento silba a través de ellas.

Todo es tan sereno, y no hay nadie a excepción de mí.

Estoy sola, completamente sola.

— ¿Qué estás haciendo aquí Brenna? — me giro al escuchar su voz. — ¿Dónde estamos abuelo?

— Un nuevo comienzo

— ¿Para nosotros?

— No hija, solo para mí.

Mi abuelo sigue andando dejándome atrás.

— ¿Y tú a dónde vas?

— Yo me quedaré aquí.

— ¿Y yo a dónde tengo que ir?

— De regreso — me indica.

— Pe- pero... — dudo — ¿Por qué no puedo quedarme?

— Este no es tu cielo, no todavía.

— ¿Mi cielo?

Levanto la cabeza y el cielo se encuentra de un color anaranjado en tonos difuminando. Es hermoso.

¿Pero no se suponía que el cielo fuese azul?

Es definitiva este no es mi cielo.

— Abuelo, promete que estarás con nosotras en todo momento.

— Siempre.

Cojo una de sus manos y delineó cada peca, cada arruga que jamás volveré a tocar. Levanto la mirada y una silueta se ve a lo lejos extendiendo sus brazos en forma de saludo. Una mujer con canas adornando su cabello.

— ¿Quién es ella?

— Mi corazón. — contesta con lágrimas en los ojos.

Ella no se acerca solo se queda parada con la mano extendida.

— Es hora de irme.

Asiento ya con lágrimas.

— Mi niña, sé valiente.

Bajo la mirada y suelto un sollozo que mantenía guardado.

Al levantarla ya no veo a mi abuelo de edad avanzada, sino un hombre joven y apuesto con traje de general. Mientras que del otro lado una mujer hermosa de cabello largo expresa en su rostro: "He estado esperando por ti."

Mi abuelo corre hacia ella levantándola entre sus brazos, los dos ríen por algo que mi abuelo susurra en su oído. Ambos dan una última mirada hacia mí con sonrisas en sus rostros, y con eso se toman sus manos entrelazándolas en camino a una eternidad.

En camino a su propio cielo.

❃❁❃❁❃❁❃

Abro mis ojos a duras penas.

Gritos se expanden por toda la plaza principal, no pueden ser míos porque yo ya me encuentro afónica. Mis oídos sueltan pitidos devolviéndome a mi realidad, mi cuerpo lo siento ser arrastrado como si fuera un trapo sucio.

La lluvia cae a cántaros, la gente está corriendo por culpa de esta, pero en realidad ya no hay nadie, a excepción de unos cuantos militares esperando.

El cuerpo de mi abuelo se encuentra tirado inerte en el asfalto de la plaza.

Anaranjado, su cielo era anaranjado.

— Súbanla a la camioneta, rápido. — exige el hombre calvo.

Me dejo arrastrar, ya no tengo nada, me han arrebatado todo.

RAIN [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora