— La clase de hoy estuvo demasiado aburrida — dice Dagan mientras abre la puerta de la cabaña.
— Ni lo digas, no paraba de bostezar.
Estamos por entrar cuando una mini jeep color café con la pintura algo botada a consecuencia de la lluvia, se detiene en la entrada.
Helena baja de la camioneta con maleta en mano, Dagan rápidamente baja las escaleras para ayudarle.— ¿Y River?
— Adentro supongo, vamos llegando.
— Hola — la saludo, pero ella simplemente me mira de reojo.
— ¿Por qué la maleta? — pregunta Dagan metiéndola a la cabaña.
— Me quedaré este fin con ustedes.
— Con una mochila era más que suficiente — asegura Dagan.
— Para ti lo es, no para mí.
— ¡River! ¡River! — grita en dirección a las escaleras.
— Helena es obvio que no está.
— Sinceramente creí que me recibiría con brazos extendidos y todo, sin embargo...
Ella me mira y está claro que no quería ser recibida por mí, pero yo que iba a saber de la gran entrada triunfal que quería.
Me abstengo de rodar los ojos.
— Bueno, no se puede tener todo. — dice derrotada —. Muero de hambre.
Helena va con dirección a la cocina y se escucha que empieza a rebuscar entre los cajones.
— Prepárate para lo que está apunto de suceder — me susurra Dagan.
— ¡Dagan se terminaron la carne seca! — chilla.
— No es mi culpa que Bunker y Foss la amen.
Helena sale de la cocina irritada, más bien molesta.
— Acompáñame a la mercería por más.
— Pero... — Dagan me mira de reojo.
— ¿Pero qué Dagan? — se cruza de brazos —. Tienes que acompañarme, tú eres mejor negociando.
Lo dice casi haciendo pucheros, es manipuladora eso es lo que es.
— Acompáñala yo esperaré aquí — me escuchó decir.
— ¿No quieres venir?
Helena rueda los ojos creyendo no ser vista, es claro que no me quiere cerca.
Niego con la cabeza.
— Anda ve, no les tomará mucho tiempo.
— De acuerdo, no tardaremos mucho.
Helena sonríe y ambos salen por la entrada principal. Dagan sube del lado del conductor y así los veo marcharse entre los árboles.
❃❁❃❁❃❁❃
La tarde empieza a oscurecerse, los chicos aún no llegan cuando se supone irían solo a la gran mercería. Estoy sentada en el piso haciendo tarea cuando alguien entra por la puerta.
— ¡Qué milagro gotita!
— No soy gotita, soy Brenna — lo miro irritada.
— ¿Es lo mismo, no? — dice quitándose la chaqueta y sentándose en el sillón que tengo a un lado.
Por supuesto tiene razón, pero no lo admito y bajo la mirada otra hacia el libro.
— ¿Y Dagan?
— Salió, acompaño a Helena a la mercería.
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RAIN [Libro 1]
Ciencia Ficción¿Te gustan los pequeños placeres? ¿Cómo sentir la lluvia contra tu rostro? Si es así, eres afortunado (a). En la República de Luviana solía ser así. Repleto de árboles llenos de vida, animales en el bosque, no había temor... Pero ahora todo es dif...