Capítulo 23.

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Cuando mi madre desapareció no tuve la posibilidad de preguntarle las dudas que se me presentan ahora con más frecuencia. Ahora que soy joven, quisiera preguntarle lo que ella sabe del amor.

Hubo una ocasión en que lo hice, nos encontrábamos sentadas en la mesa limpiando lentejas, ella traía su corto cabello suelto y llevaba un vestido de florecitas, también recuerdo que sus pies iban descalzos.

— Mamá — la llame.

— ¿Sí?

— ¿Cómo te das cuenta que es amor lo que sientes?

Mamá levantó la vista de la mesa centrándose en mí.

— Digamos que hay diferentes tipos de amor.

— ¿Diferentes tipos? ¿Y cómo sabrás diferenciarlo?

— Uno de ellos es el amor que te tienes a ti mismo, si no tienes ese amor propio, ¿cómo podrías amar a otra persona?

— Creo que el amor no es nada de lo que pienso.

— Créeme, no lo es — dice pasando las semillas a un recipiente.

— ¿Y por qué dices que amaré a otras personas? Solo los amo a ustedes y tal vez a mi flores, mi vida, ¿porque tendría que amar a otros?

— Aún eres pequeña, pero cuando aprendas el amor hacia ti misma conocerás a alguien a quien se lo querrás demostrar.

— ¿Demostrar? — pregunté con el ceño fruncido.

Mamá sonrió.

— Querrás hacer todo por esa persona, no querrás verlo triste será... — mamá se detiene al ver mi cara de que no estaba entendiendo —. Tú propia lluvia interna. Solo tuya.

Me quedé viéndola asombrada, mi propia lluvia, pensé maravillada.

— Ya quiero tener mi propia lluvia.

Mamá acarició mi mejilla.

— Todo a su tiempo mi pequeña Brenna.

No lo entendí hasta este momento. Mamá me dijo que tendría mi propia lluvia interna, pero no me advirtió que habría rayos que apenas podría controlar.

¿Cuándo se suponía que saldría el arcoiris?

No lo sabía. De lo que sí estaba segura, es que ya tenía mi propia lluvia interna; ahora era inevitable no tenerla.

❃❁❃❁❃❁❃

Me olvide un poco de mí misma y decidí centrarme en los rain.

En la escuela no se escucho que se llevarán a más alumnos y mucho menos se escucho de los que ya se habían llevado. Me encuentro en los pasillos dirigiéndome a mi casillero, cuando  de pronto veo a dos militares con documentos en sus manos.

De reojo los veo dirigirse con dirección a las  escaleras de la oficina del director.

¿Debería seguirlos?

Me armo de valor y los sigo sigilosamente. Los veo atravesar la puerta, reviso el pasillo y no se encuentra nadie por suerte. Corro hacia la puerta y pego mi oreja a ella intentando escuchar algo, lo cual solo logro escuchar murmullos, hasta que un hombre suelta un grito.

— ¡No pueden seguir llevándose a más alumnos!

— Eso no lo decides tu Killam, ¿desde cuándo te preocupas por ellos? — suelta uno de los militares.

RAIN [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora