Capítulo 9.

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Antes de llegar al gran edificio  me desvío con dirección al río.

Mi abuelo solía traernos cuando éramos pequeñas, nos gustaba que el agua cubriera nuestros pies y sentir las rocas resbalosas bajo ellos.

No había sol, ni siquiera unos cuantos rayos, mi madre decía que era como tener tu calor propio, como si un fuego te inundará por completo.

Amelie solía viajar con mi padre y abuelos; tras uno de sus viajes, fueron a Solonio y dijo que era lo más cálido y acogedor que había sentido, sin ninguna necesidad de cubrirse.
El imaginarme lo que se sentiría al tocar mi piel mojada y sumándole el aire, sé que no existirían las  palabras para describirlo.

Me quedo sentada observando el río, no hundo mis pies, ni siquiera con la punta de mis dedos.

A causa de las lluvias nadie se arriesga a sumergirse en el agua, no se sabe si pueda matarte o causar algún daño en tu piel, ni yo misma me arriesgo a comprobarlo. Así que solo tomó una piedra y la lanzo.

Clap, Clap.

Veo el agua formar ondas y por un momento quiero comprobar si es verdad o solo será una mentira.
Me acerco a la orilla y me estiro un poco, un poco más y...

— ¿Qué es lo que haces?

— ¡Cielos! — me toma por sorpresa la voz, que doy un brinco hacia atrás, cayendo sobre mis palmas — ¿Por qué apareces así?

River se cerca y se sienta a mi lado.

— Querías morir, tenía que detenerte.

— No iba a tocarla, solo estaba observando — le aseguro.

— Claro, como digas, yo solo quise prevenir un suicido.

— Eres un idiota River — limpio mis manos en la falda.

— Yo no soy el que quería tocar el agua de lluvia — levanta una ceja.

— ¿Qué haces aquí de todos modos?

— Suelo caminar muy seguido — se recuesta en la tierra, pone sus manos bajo su cabeza y estira sus piernas —. Además me gusta venir a pescar.

Abro mucho mis ojos.

— ¿Aún hay peces?

River empieza a reír.

— Y yo soy el idiota.

Pongo los ojos en blanco, claro que soy idiota ya que a causa de la lluvia muchos animales murieron, no hay como los que en un principio se veían rondando en el bosque. Los peces y cualquier animal marino fueron los primeros en desaparecer. Por supuesto que eso desencadenó a que ya nadie nadara en el río, ni siquiera venía ya la gente.

— Ya lo sabía, estaba jugando — tocó mi nariz en un movimiento inconsciente —. Debería irme, tengo que ir al gran edificio.

River me mira divertido.

— ¿Pensabas ir?

— No pienso quedarme aquí todo la mañana, mucho menos contigo.

— Puedo ser la mejor compañía.

— Lo dudo mucho querido amigo — ruedo los ojos.

— ¿Es la cuarta vez que nos vemos y ya soy tu amigo? No me imagino cuando nos veamos del diario.

¿Cuarta vez?

Esta loco, no creo que lo haya visto tanto. Sin embargo, no me molesta su compañía, es más una sensación familiar.

RAIN [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora