26. Reconquista de Dorma.

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Lamento mucho la tardanza, algunos ya conocerán de mi situación, y para quien no lo sepa, son problemas serios que tienen que ver en lo personal puesto que el padre de mi chica ha fallecido recientemente. Y ella ahora mismo es mi prioridad, y no otra cosa.

Ahora , os dejo con el capítulo, espero que sea de su agrado a pesar del tiempo que ha pasado. Advierto que las batallas vienen en el siguiente capítulo, este más bien es puro diálogo salvo un poco al final. El próximo lo traeré en cuanto pueda, y si tendrá acción, puesto que se trata de la reconquista.

Mari: Sirou, ¡estás vivo!... pensamos que habías muerto.

Namaru: ¡Sirou! ¡Menos mal! ¡Me alegro tanto de verte!

Erago dejó su pelea con Araen, aunque antes terminó de humillarlo escupiendo a su lado y se mostró firme ante mi, junto a Levia y Argel, este último después de ayudar a Araen a levantarse puesto que Erago había logrado tumbarlo de un poderoso golpe de su espada blanca. Felrod y su séquito miraban con desconfianza al numeroso grupo de humanos que había y se extendía alrededor nuestra. Eran todos niños, adolescentes y mujeres, salvo por 12 caballeros, Argel y Erago.

Sirou: Chicos, tranquilizaos... son los refugiados a quienes buscábamos. Dejad las armas... todos.

Era un momento de cierta tensión, a pesar de ello los tres hermanos me hicieron caso, muy al contrario que Felrod quien seguía sosteniendo con fuerza e ira reprimidas el mango de su espada.

Felrod: Sirou, le pido... no, le exigo a tu amiguito que se disculpe con Araen. Es una falta de respeto y de honor lo que ha hecho contra mi hermano de armas. Así que tu decides, invidente. Discúlpate o acepta el honor de bañar con tu sangre mi espada.

Felrod no ocultó para nada la rabia que por sus venas fluía, apuntando con su espada a Erago, de forma algo agresiva, aunque se estaba conteniendo lo justo para no saltar sobre el ciego y propinarle la paliza de su vida, hasta a lo mejor arrebatársela, cosa que seguramente no le importaría, ya que eran casi por completo desconocidos. Me sabía las estadísticas de ambos, y aunque Erago tenía sobre 1000 y 2000 sus estadísticas (las más altas seguían siendo las de fuerza y velocidad gracias a su habilidad natural), Felrod lo superaba por mucho, doblándolo en prácticamente todo, incluso en el poder mágico lo triplicaba.

Erago: No pienso rendirle pleitesía a un elfo al que acabo de conocer... ven a por mí, ¡bastardo de orejas puntiagudas!

Felrod: ¡Tu lo has querido maldito! ¡Visitarás a Reiren, quedando ciego, sordo y mudo!

Sirou: ¡Pero que no sois enemigos! ¡Quietos!

Haciéndome caso omiso ambos guerreros acometieron entre sí. Los dos arremetieron el uno al otro, con sus espadas más que dispuestas a devorar y desgarrar la carne del contrario.

Sirou: ¡Que paréis! ¡No quiero que os hagáis daño entre aliados!

Hubiera sido un derramamiento de sangre si no llego a intervenir, pues con mi propia espada, que recién desenvainé y moví con algo de rudeza, invocando la corriente de aire cortante que desvió a ambas espadas justo cuando iban a chocar sus filos, con tal fuerza que logró desarmar a ambos amigos míos, quedando ambas armas intactas aunque clavadas en un árbol, ocupándose Argel y Araen de sacarlas y guardarlas, cada uno la de su respectivo compañero.

Sirou: ¿Qué no entendéis de que os estéis quietos de una puñetera vez? Vamos a ver, Erago, tu te estabas defendiendo y eso lo entiendo, pero no era motivo para que, una vez lograras tumbar a Araen y supieras que yo estaba aqui, escupieras de forma tan despectiva a su lado, como humillándolo... discúlpate con él... y tú, Felrod. Es valiente que defiendas el honor de tus hombres, pero eres un príncipe. ¿Qué pensaría tu pueblo si viera a uno de los herederos al trono actuar de semejante manera, tan irascible? Un rey de verdad no desenvaina la espada contra un posible aliado, y aunque me estéis ayudando en esta empresa, ¡no pienso tratar con un falso rey!

Another World, A Magic World.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora