28. El orgulloso Erago.

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*Mientras ello ocurría, y Sirou forcejeaba de forma inútil contra la cadena imbuida en magia de oscuridad.*

Erago continuó con su carrera mortal, decapitando a todos los demonios de las almenas y bañando ambas espadas en un manto rojo de sangre enemiga. Jadeaba y jadeaba pues ya era difícil correr a semejante velocidad, encima tenía que ir con cuidado para no caerse por alguno de los lados de la muralla, además de ir atacando a todo demonio arquero, pero tal era su furia y su preocupación por su hermana que ninguna escoria de rango D o C habría de poder pararlo. Él era el hermano mayor y debía hacer lo que su corazón le dictaba. Y su propio pecho gritaba de angustia, desesperación e ira, especialmente porque el sabía que estando su hermana con su primo Argel, el soplar el cuerno solo quería decir que era demasiado para ellos dos. Finalmente logró llegar a las puertas, habiendo matado al menos a 18 demonios antes de alcanzar su meta. Aunque llegó poco después de que el ataque mágico de Argel y de Araen se empezara a quebrar, pues habían pasado los cuatro minutos que esa barrera pudo estar levantada. Y entonces los enemigos rugieron como bestias, y Zark, el semiorco demoníaco, ordenó avanzar, quedando él por atrás puesto que pensaba informar a Barog en persona de que partirían a matar a unos humanos que habían atacado y habían mermado sus números. No era nada grave, así que Zark pacientemente esperó a que la gran barrera de tierra que les separaba de sus enemigos se quebrara, y en cuanto ello ocurrió, Zark gritó con rabia:

-¡Que no escapen! No quiero a ninguno vivo, ¡¿entendieron!?

Erago escuchó eso atentamente y pudo suponer dos cosas. Por el griterío de las criaturas que empezaron a seguir el rastro de su hermana, comprendió que eran una cantidad de enemigos que por desgracia el no sería capaz de manejar sin morir en el intento. Pero su corazón fue más fuerte que su mente, y se arrojó desde la muralla contra la hueste enemiga. Valiente aunque insensato, pues Zark vio el destello de la luna reflejarse en las hojas de las dos espadas de Erago, y saltó igualmente hacia el muchacho, tumbándolo. La turba, confusa, dio la vuelta para observar lo que hacía el semiorco, pero Zark nuevamente dio la orden:

Zark: No os quedéis quietos, ¡yo me encargo de este humano! ¡Erradicadlos!

Orco: ¡Si, señor! ¡Mate a ese humano!

La enorme tropa contempló una vez más al demiorco, incluso tuvieron el deseo de ayudarle, pero Zark había hablado y sus órdenes habían de ser cumplidas. Eran 6 en total los que habían huido, y empezaron a seguir su rastro. Avanzaron y avanzaron, los casi 300 no tardaron en avistar los árboles tras 5 minutos de marcha. Y quedaron solos en duelo mortal Erago y Zark.

Orco: Se han metido en el bosque... ¿creen que podrán despistarnos así? ¡JA!

Tras la risa del orco se pudo oír a una flecha surcando el aire y alcanzando a uno de los ogros en el hombro.

Orco: ¡Están ocultos! ¡Cuidado! ¡Avanzad!

Y las tropas enemigas se internaron en el bosque, mientras que oculto en los árboles estaba Valig controlando su respiración, y con el arco preparado para realizar otro disparo. Eran muchos enemigos, y el plan debía terminar si querían sobrevivir.

Another World, A Magic World.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora