Capítulo 29

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Harry salió en medio de la tempestad y la noche, llevaba una antorcha que flameaba y casi se apagaba, la llovizna había parado pero el viento seguía igual de recio. Recorrió en vano el jardín y toda el área que Freya y Lauren le habían dicho, apretó su abrigo y hundió su rostro en la lana para que el frío no diera en su boca y su cuello. Agobiado de caminar contra el vendaval y sin poder ver nada, decidió volver a la casa. Abrió la puerta y cerró de un golpe mientras encontraba bajo la lámpara, las miradas de las mujeres que apretaban sus manos nerviosas.

—¿Y? —movió su cabeza en negativa.

—Es imposible ver algo con este viento y oscuridad. Dejaremos para mañana.

—Por Dios... —Freya se puso de pie y se acercó a la ventana mientras llevaba su mano a su boca cubriéndolo, y una lágrima angustiosa se deslizaba por su mejilla.

—Es mejor que descansemos.

—Pero...

—Freya, Harry tiene razón, seguir buscando en este viento y oscuridad es lo mismo que nada. Será mejor descansar y guardar fuerzas para mañana. —Finalmente asintió.

Cuando quedaron a solas Lauren y Harry, hablaron casi en susurros.

—Harry, ¿no será la hermanita descarada?

—No, no creo.

—No lo sé... es tan extraño... apenas si puede caminar... ¿cómo se iría? , no tiene sentido.

—¿Y si su familia la encontró en el camino y la llevó a su casa?

—¿De visita? —Harry asintió.

—No... no creo que dejaría a Oliver solito esperando... ella lo quiere mucho.

Harry llevó sus manos a su cintura, pensativo.

—No sé qué debemos hacer... tal vez será mejor decirle a Aiden. —aconsejó Lauren mientras cruzaba sus brazos sobre el pecho.

—No... va a enloquecer.

—Peor es que le pase algo serio a la señora... necesitamos decirle.

Harry movía la cabeza en negativa pues sabía que Aiden era impulsivo y capaz de hacer cualquier cosa, sobretodo si realmente ella hubiera huido, aunque cada instante la idea se le hacia más improbable.

—Piensa Harry... porque si Aiden regresa y no la encuentra, va a colgarte del techo más alto de Lancaster. —apretó sus labios y finalmente asintió.

—Mañana a primera hora iré por él.

—Dios quiera y no haya sucedido nada raro... estoy preocupada...

El hombre inspiró hondo y apretó sus labios mientras ambos caminaban hacia sus habitaciones.

Aún estaba oscuro cuando Harry se acomodó el abrigo y ajustó la cincha del caballo

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Aún estaba oscuro cuando Harry se acomodó el abrigo y ajustó la cincha del caballo. Lauren estaba cubierta con un chal y miró hacia el cielo que ya estaba despejado, aunque el viento aún soplaba.

Corazón en  PenumbrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora