Capítulo 31

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Rest continuaba ladrando mientras Aiden temiendo lo peor y a la vez esperanzado, quitó los hierbajos y abrió lo que quedaba de la puerta. Sus ojos se afinaron en dos líneas y los apretó mientras dos lágrimas se escurrían. El olor era nauseabundo y ella no se movía. Su pequeño cuerpo estaba atado en sus pies, y sus brazos hacia su espalda, tenía vendados los ojos y la mordaza en su boca. Estaba de costado en el piso y no se movía. Su corazón se estrujó y sus entrañas se conmovieron.

-Elena... -susurró mientras se postraba delante de ella y tomaba su cuerpo flácido y débil entre sus brazos, pero ella no respondía.

Cortó con su navaja las ataduras de sus manos, la venda de sus ojos y su mordaza. Beso su frente y acercó su cuerpo helado al suyo, mientras aquellas dos lágrimas se convertían en un tumultuoso vendaval de emociones, miedo, angustia, dolor e ira.

-Mi amor... -murmuró. Las palabras se escurrieron de sus labios sobre la piel hirviendo de su rostro mientras la estrechaba aún más. -Respóndeme por favor... -apenas notaba su pecho moverse al respirar y sus labios secos y llagados en sus comisuras.

La tomó en brazos y la llevó fuera recostándola en la hierba.

-Elena... estoy aquí, por favor despierta... -Ella apenas entornó sus ojos una línea, solo vio su cabello oscuro muy cerca de su rostro y la tenue claridad de un sol que casi se extinguía.

-Ol-Oliver...-alcanzó a murmurar apenas en un hilo de voz que lo emocionó, abrazándola mientras lloraba.

-Está en casa... te está esperando. -dijo totalmente conmovido mientras la veía cerrar sus ojos nuevamente y perder el conocimiento.

Ardía en fiebre y su cuerpo temblaba por los escalofríos mientras Aiden la cargaba en el caballo y volvía lo más rápido que el camino y las circunstancias le permitían.

Cabalgó desesperado conmovido hasta los huesos, la idea de estar sin ella, de perderla, lo desarmaba y perdía todo el coraje que había juntado durante su vida tan dura.
Apenas vislumbró las tenues luces de la casa, gritó lo más que su garganta podía mientras cabalgaba hasta la puerta.

-¡Ayuda! ¡Alguien por favor que me ayude! Dios...

Lauren abrió la puerta y llevó sus manos sobre su boca mientras veía a Aiden cabalgando a toda velocidad con el cuerpo de Elena entre sus brazos.

-¡Harry! Por amor a Dios, ven Harry...

Freya y Harry se presentaron junto a ella mientras Aiden tiraba las riendas del animal para frenar su galope y su amigo se acercaba rápidamente a sostener el cuerpo de Elena.
Freya lloraba aterrada mientras Lauren la tomaba por los hombros y llamando su atención le gritó.

-¡Tranquilízate Freya! Así no ayudas... corre a calentar agua, pero ya. -La mujer asintió mientras Aiden volvía a cargarla y entraba a la casa.

-¡Harry corre a la ciudad por el médico! Lo traes a la rastra si es necesario. -Le dijo a su amigo que asintió mientras corría a la parte trasera de la casa a buscar el carruaje.

Aiden subió las escaleras y cargó su cuerpo inconsciente hasta su habitación, la recostó en su cama y acarició su rostro. Se veía tan débil y desahuciada que le dolió el corazón al imaginar todo lo que había vivido, sus angustias y su cuerpo tan delgado, refinado y poco acostumbrado a la vida dura, ahora sometido a semejante tortura.

-Aiden, sal fuera, hay que quitarle esa ropa, Fraya preparará su baño.... Debemos bajar su fiebre y...

-No te la lleves de aquí, la quiero junto a mí. No la saques de este cuarto.

Corazón en  PenumbrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora