Mi día había comenzado como cualquier otro, mi esposo se había ido temprano a su trabajo como todos los días. Despertar sólo en la cama se había convertido en algo normal. Al principio siempre me despertaba con besos y un desayuno pero todo cambió cuando su trabajo empezó a demandar más atención.
Mi nombre es Midoriya Izuku, perdón, quise decir Todoroki Izuku, todavía no me acostumbro, tengo 25 años y vivo con mi esposo Todoroki Shoto. Hace 3 años nos habíamos casado después de estar de novios por 4 años. Él trabaja en la segunda empresa más importante de la ciudad, se encarga de la contabilidad. Nos conocimos en un curso avanzado de matemáticas, yo amo los números -soy profesor de matemáticas- y él había decidido seguir la misma carrera que su fallecido padre. Shoto es más grande por dos años, por lo cual sólo conversábamos en los descansos del curso, luego comenzamos a salir por café de vez en cuando, de un momento a otro nos habíamos sentido atraídos y terminamos siendo novios.
Mi vida diaria era tranquila, me levantaba temprano todas las mañanas, me duchaba, preparaba un poco de café para llevar en mi vaso térmico e iba a dar clases.
Conducir de nuestra casa hacia el instituto era algo agotador, para mi mala suerte me habían dado trabajo en un lugar un poco alejado de donde vivíamos. Luego de estacionar en el lugar que me correspondía tome mi maletín, mi café y me decidí por comenzar otro día agotador con esos adolescentes que tanto odiaban mi materia, al menos no era a mi.
Al ser viernes, ultimo día de la semana escolar, estaban un poco más alterados cuando entré, nadie estaba en su lugar y algunos simplemente no estaban, aunque si sus mochilas.
-¿Pueden ir cada uno a su lugar? Por favor, -golpee mis manos- hagamos de este viernes un día fácil de llevar, si lo hacen prometo no dejar tarea para fin de semana.
Cada uno se sentó en su lugar, era una lástima que algunos no estuvieran, no me gustaba dejarles tarea para fines de semana, pero me habían regañado en la sala de profesores por ser tan flexible.
-Todoroki-sensei, ¿puedo ir a llamar a Makoto, Yuu y Yamikumo?
Suspire pesadamente, no eran malos, pero se donde estaban y que estaban haciendo, si los descubriesen fumando seria malo.
-Naomi-chan, te he dicho que me llames Izuku. -sonreí cálidamente y deje mis cosas en el escritorio- Puedes ir, pero vuelve rápido y si se niegan sólo diles que citaré a sus padres.
Asintió y salió corriendo del salón, sólo rogaba porque no se negaran a volver. Tomé un sorbo de café y esperé, a los minutos entraron las cuatro personas, la primera sonriente, los dos siguientes con aburrimiento y el último fastidiado.
Éste ultimo se sentaba delante de todo, Makoto-kun odiaba mi materia pero no le iba mal, aunque la razón por la cual ocupaba ese lugar era debido a que se negaba a usar lentes.
Comencé con la clase y todos estaban en silencio, algunos simplemente escuchaban sin copiar nada, otros miraban por la ventana y muy pocos hacían todo como se debía. Al quedar 10 minutos para terminar la hora decidí dejarles descansar.
-Izuku-sensei.
-¿Si, Makoto-kun?
-¿Usted esta casado con un hombre, verdad? -asentí, ya sabía la razón de su pregunta así que sonreí- ¿Tan bien se siente hacerlo con un hombre que se volvió gay?
Naomi que se sentaba detrás suyo le pegó en la cabeza regañándolo por sus desubicadas preguntas. Por mi parte me había acostumbrado, él hacia esa clase de preguntas de vez en cuándo, aunque admito que las primeras veces me puse tan nervioso que no pude seguir con la clase.
-¿Estas seguro que quieres saber la respuesta a eso Makoto-kun?
Dejo de discutir con Naomi y me miró fijamente unos segundos, luego empezó a ponerse colorado y desvió la mirada.
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El gruñón de mi abogado
أدب الهواةIzuku es un joven de apenas 25 años que quiere empezar desde cero. Pero para eso necesita contratar a un abogado. Su mejor amiga Uraraka le recomienda al mejor de toda la ciudad, lo que él no sabe es que él sera todo menos lo que esperaba. -Si sos u...