Capítulo 9 (+18)

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Era el momento. El gran momento de confesar ese gran amor que por años sentían mutuamente pero que nunca pudieron expresar. Te amo, dos palabras que fluían, por fin ella se sentía liberada, el tenerlo tan cerca después de tantos años, cuando creyó haberlo olvidado, cuando pensó que jamás volvería a verlo. Ahí estaban, más enamorados que nunca.

-Olivia - sus ojos azules se llenaron de lágrimas al escucharla decir que lo ama. La abrazó, ella correspondió, se habían extrañado demasiado - te amo. Perdóname por dejarte, no quise hacerte daño, perdón Liv perdón.

-Te perdono, Ell - susurró escondiéndose en su cuello, sentía que le faltaba oxigeno, se aferró más a su abrazo - no sabes cuánto te he extrañado Elliot. Te amo. Te amo demasiado.

Él se apartó, tomó sus mejillas y limpió sus lágrimas con sus pulgares. Se quedaron mirando por un largo tiempo, les parecía mentira lo que estaba pasando, estar así de cerca, dejándose llevar por el momento sin pensar en lo que viniera después. Elliot se empezo a acercar, lentamente sus rostros se juntaban, él tomó su cuello y sin darse cuenta, sus labios tocaban los suyos en una sinfonía armoniosa, ella correspondía cuando tomaba su cintura, disfrutaban cada movimiento, no quería soltarla, era un beso lleno de amor, de deseo y ansias, un beso soñado. Empezó a besar detras de su oreja y cuello haciéndola gemir, arqueaba la cabeza hacía atrás como ordenandole que no se detuviera. Después de un tiempo, Elliot abrió mucho los ojos y se separó, su respiración era irregular, Olivia estaba confundida, él se levantó del sofá.

-Lo lamento Liv, yo no... quise, si, ¡¡¡Ah!!! Disculpa - caminaba de un lado a otro, no lamentaba lo que había hecho, pero temía que ella se enojara.

-Ell... yo... - ella sólo lo veía. Toco sus labios y una leve sonrisa brotó de ellos, no creía lo que había pasado, incluso odio cuando se detuvo. Miraba como sus labios se movían, él se recostó en la pared cubriendo su rostro con sus manos, ella se levantó - Oye - quitó sus manos, se acercó, tomó su cuello y lo besó: un beso tierno, lleno de dulzura - No me molesta - volvió a besarlo, pero esta vez él la movió hasta que su espalda entró en contacto con la pared y recostó su cuerpo contra el de ella.

-Te deseo tanto, Olivia - susurró en su oido, besó de nuevo su cuello haciendo la gemir llevando sus manos en su camisa desabotonando su camisa para acariciar su pecho.

-Yo también... no sabés cuánto te he extrañado - puso sus manos en su cadera y lo haló a la suya, vibró cuando sintió su erección - ¡Ah! ¡Dios! Elliot... quiero estar contigo... házme el amor - dijo cerca de su boca.

¿Será posible que lo dijera? Después de tantos años por fin llegaría ese tan esperado momento en el que sus cuerpos se conocerian totalmente.

Él la levantó de las piernas, sus pechos quedaron justo en su cara así que no veía por donde pasaba. tropezaron con las paredes y la puerta, ella besaba su cuello con mucha intensidad, necesitaban que pasara, se amaban tanto que habían tenido reprimidos sus sentimientos por mucho tiempo, se respetaban demasiado, el amor que sentían era mutuo, querían entregarse en cuerpo y alma.

Cuando por fin encontraron la habitación, él la bajó y se puso detrás de ella, deslizaba las mangas de su camisa por sus hombros mientras dejaba suaves besos por todo su cuello, Liv se dejaba llevar, dejaba que la guiara, lo amaba tanto que se estaba entregando por completo, sabía que él nunca la lastimaría. Volteó su cuerpo delante de él, deseaba admirar su desnudez, se miraron fijamente y se podía percibir la química, el deseo y la excitación en el aire. Cuando por fin la detalló de pies a cabeza, se dió cuenta la diosa que tenía en frente y que debía amarla, se acercó hasta casi tropezar con la cama, le dió un suave empujón y la tiró, se fue encima de ella, en este punto, ya no había marcha atrás, habían pasado de ser excompañeros de trabajo a ser dos almas sedientas de deseo, deseo que
habían metido en cajones con llave, lo que pensaron que no pasaría se estaba haciendo realidad. Ahí estaban, conducidos por una pasión que era mas grande que la razón que siempre los había mantenido en pie.

La Octava CartaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora