Diecisiete

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- Y - 

Me encuentro de pie frente al edificio de Jimin con ambas manos metidas en los bolsillos de mi pantalón. La tarde está calurosa a pesar de ser casi las ocho, y es por eso que no traigo nada más que una playera blanca, pantalones negros, zapatillas y mis audífonos para escuchar algo de música. He tenido que venir caminando porque los paparazzis decidieron seguirme y tuve que desviar mi camino hasta la empresa para dejar allí mi deportivo y huir haciéndome pasar por un trabajador de la limpieza luego de un rato.

Le envío un mensaje a Jimin avisando que ya estoy aquí. Decido poner algo de música en lo que le espero, pero entonces él me devuelve el mensaje con el número de su piso y un corto texto diciendo que ha tardado haciendo unas cosas y que puedo subir a esperar arriba si gusto.

Miro a ambos lados de la acera antes de adentrarme en el edificio y marcar el número que me ha indicado en el ascensor. Una viejecilla aparece por la puerta de entrada cuando he oprimido el botón a mi costado y ella comienza a correr a la velocidad de una tortuga enferma con el afán de alcanzalo.
No puedo evitar reír de su graciosa carrera. Parece que le ha tomado mucho trabajo mover sus piernas de lana para siquiera dar un paso, así que pongo una mano entre las puertas antes de cerrarse para permitir su acceso y le ayudo con ambas bolsas que trae en sus manos luego de quitarme los audífonos para dejarlos caer sobre mi playera.

- Gracias - dice con voz tierna. Hago una leve reverencia hacia ella y oprimo el botón para cerrar las puertas otra vez.

Cuando le pregunto a qué piso se dirige, ella responde justamente al mismo mío y subimos en silencio. O bueno, al menos yo subo en silencio pues ella no deja de decir que el día ha estado muy bueno, el sol es grandioso y que deberían plantar más árboles por las calles.

Es increíble cómo en menos de un minuto logró decirme todo eso, pero ya luego cuando salimos del pequeño espacio del ascensor y caminamos un par de pasos por el estrecho pasillo, guarda silencio al fin. La sigo hasta llegar a una puerta café. No tardo mucho en notar que Jimin vive al frente, y ya cuando la abre, me da las gracias por ayudarle con las bolsas. Me resulta una viejecilla muy tierna. Más porque como agradecimiento sacó una paleta de una de las bolsas y me la obsequió como si fuera un niño pequeño.

Sonrío al ver la paleta entre mis manos una vez la viejecilla ha desaparecido en la comodidad de su hogar y volteo para tocar la puerta de Jimin, pero cuando estoy a punto de tocar la puerta, alguien la abre y se estrella contra mí.

- ¡Oh, Jisong! - dice Jimin separándose de mi pecho - Lo siento por hacerte subir, pensé que demoraría mucho más. 

- ¿Por qué corrías? - le pregunto escondiendo una sonrisa antes de bajarme el cubrebocas.

- No corría, me empujaron - responde afilando su mirada hacia alguien asomado tras la puerta.

- ¿Jungkook? - pregunto ladeando la cabeza.

El nombrado carraspea un momento y abre la puerta para dejarse ver. Su posición sumamente erguida le hace ver dos veces más alto de lo que es.
De pronto me siento pequeño frente a él.

- Jisong - dice extendiendo su brazo como un robot. Cada paso que da hacia mí es como la de un transformer. 

Miro su rostro, luego su mano, y luego a Jimin que mira confuso el extraño modo de saludar de su amigo - Eh... Hola - le devuelvo el saludo.

EMPTY FAME | YOONMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora