EMPTY FAME | YOONMIN

Cuarenta y seis

- J –

Suerte en el viaje, no mueras.
-Jungkook.

Guardo el teléfono móvil para subir las escalerillas del avión que me llevará a Londres. Este será el último momento que pise tierra firme por las siguientes doce horas.

¡Doce horas!

Me detengo en el último escalón echando un rápido vistazo hacia atrás: hay un montón de gente subiéndose a los minibuses, personas moviéndose de aquí para allá como si se les acabara el tiempo y pequeños cochecitos cargados de maletas. Una corriente de aire recorre mi espalda pasando por los pequeños agujeros de mi suéter y me estremece al pensar que el avión puede estrellarse. No he dejado de pensar en ello desde que Yoongi me invitó a Londres.

Una vez arriba, una chica muy agradable me dice buenos días y me señala el camino. La verdad esperaba un montón de gente atascándose y revisando el número de su asiento, pero lo que tengo al frente no me lo esperaba para nada.

- Disculpe, ¿usted sabe por qué no hay más pasajeros? – le pregunto a la auxiliar de vuelo cuando veo que no hay absolutamente nadie más que yo y no parece un avión normal.

- Porque es un vuelo privado – responde con una sonrisa – Hoy solamente usted es nuestro pasajero.

De seguro mi cara fue graciosa porque hizo reír a la chica que ahora me acompaña buscando un lugar. Dentro del avión hay no más de cinco asientos que lucen demasiado cómodos y lo demás es televisión y comida. ¿Qué clase de avión es este?

Tomo asiento a la derecha sintiéndome un poco incómodo de ser solamente yo el pasajero en este vuelo. ¿Cómo demonios se le ocurre mandar un avión solamente por mí? Pensé que sería un vuelo normal con alguien sentado a mi lado y tal vez algún niño pateando mi asiento desde atrás. Estaba preparado para eso.

Coloco mi cinturón justo en el momento que otra azafata aparece y comienza a decir algunas cosas que fijo se las sabía de memoria. Me indicó la salida de emergencia, algunos ruidos que sentiría cuando comenzara a despegar el avión y cómo ponerme un chaleco salvavidas que terminó por volverme loco de los nervios.

Terminadas sus instrucciones, ella desapareció y comenzó todo. El motor se encendió causando vibraciones en todos lados, los ruidos se hicieron presentes y junto con mis gritos internos era un caos.

Cerré mis ojos y tarareé una canción imaginando que estaba en casa y no sobre un avión a punto de sufrir un colapso mental. Para mi suerte funcionó y ahora mientras miro por la ventanilla con la mirada fija en el cielo infinito, noto una presencia a mi lado otra vez. Es la chica del principio ofreciéndome algo para comer.

Niego educadamente a todo lo que me ofrece mientras espero que se vaya para ponerme los auriculares y dormir un par de horas. Después de todo doce horas no creo que pasen muy rápido.

(...)

El avión aterrizó sin incidencias, me indica la muchacha cuando son casi las cinco de la tarde. Mi vuelo salió a las seis de la mañana y ahora siento que perdí todo el día montado en este avión. El tramo de Seúl hasta aquí es demasiado largo. Acabé de leer un libro, escuché dos o tres veces mi lista de música en el móvil y dormí como un oso en solamente doce horas.

Una vez abajo, ya habiéndome despedido y agradecido a los trabajadores por su buen servicio, siento que quiero correr. Estar tanto tiempo sentado hace que quiera correr o caminar cuadras y cuadras completas hasta agotar mis energías. Pensé que el trasero me dolería, pero los asientos son maravillosamente tan cómodos que no siento ninguna molestia.