Ocho

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- Y -

No tengo ni idea de qué putas horas sean, pero los ojos me duelen como si me hubiera enterrado los dedos y mi cabeza pesa lo de tres veces mi propio peso. Releo una vez más las letras plasmadas en la pantalla de mi computadora y oprimo enviar. Está hecho, he mandado una copia por correo electrónico a la compañía sobre mi primera canción.

Cierro el portátil sobre mi escritorio con una sensación de satisfacción inmensa a punto de desbordarme del pecho.
Me he quedado toda la noche despierto escribiendo por mi repentino ataque de inspiración debido al castaño de ayer y ahora al fin he avanzado en mi álbum. No estoy tan mal después de todo.

Me levanto de mi cómodo sillón de escritorio para caminar hasta mi cuarto y lanzarme a la cama como si no hubiese dormido en años. Agradezco haber utilizado gran parte de mi dinero en mi colchón porque creo jamás haberlo disfrutado tanto como ahora.

(...)

Cuando abro los ojos nuevamente, el sol está pegando justo por encima. No quiero levantarme, pero debo hacerlo, así que con disgusto tomo el móvil de mi mesita de noche y veo la hora: Las cuatro de la tarde. Debo darme un baño.

Salgo de mi cama como un zombie y me meto a la ducha para espabilar un poco. El agua helada logra hacer su trabajo, y luego de un par de minutos estoy vestido comiendo un bocadillo en mi cocina bastante más animado que los días anteriores.

Hoy me siento bien.  

Veinte minutos después termino de llenarle el plato con comida a Holly y tomo las llaves de mi deportivo para salir de casa rumbo a la compañía. Había recibido un mensaje de Namjoon informándome que debía ir para allá apenas terminara mis quehaceres, ¿pero qué quehaceres tiene una persona que vive sola y pasa la mayor parte del día tumbado?

Al abrir la puerta de la entrada me sorprendo encontrándome con la empleada del aseo y la saludo con una sonrisa. El día está estupendo como para salir de casa.

La mujer me devuelve el saludo con cortesía y algo de extrañeza, y es que normal, no suelo saludarla todos los días porque apenas la veo, además de eso, le tenía prohibido ingresar a mi habitación y yo pasaba gran día encerrado allí, por lo que no tenía contacto con las personas y mucho menos con mis empleados.

Mensajeo velozmente a Namjoon avisándole que voy en camino y salgo de mi mansión colocando algo de música en la radio. Golpeteo el volante al ritmo de una canción tarareada por mí mismo hasta que luego de un par de minutos por carretera, llego al edificio de la compañía y estaciono en mi lugar de siempre.

- Yoongi - me llama Nam vestido casual con una camisa y jeans desde las puertas del ascensor, seguramente esperándome - me sorprendes, no pensé que pudieras hacer maravillas tan rápido.

- ¿Te dijeron algo los idiotas? - pregunto guardando el fugaz comentario obsceno que cruzó por mi mente y entro al ascensor junto con mi amigo - ¿ya lo leyeron?

- Están encantados - me responde cargado en felicidad - Querían hablar personalmente contigo para felicitarte, pero no es por eso que estás aquí.

- Que bien porque no me interesa lo que tengan que decir. Hoy estoy tan animado que de solo verle la cara a uno de ellos siento que se me amarga el día.

Y no miento. Los detesto.

- Tranquilo - me da pequeños golpecitos en la espalda antes de darme un corto abrazo de costado - me gusta verte así amigo, ¿eso significa que podremos salir a beber en otro lugar que no sea tu casa?

Río ante su comentario. Últimamente nada más bebíamos en mi casa porque no me apetecía salir a ninguna parte - eso puede ser, pero no esta noche.

EMPTY FAME | YOONMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora