15.- Sábanas con sangre.

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Sumergidos en una conversación íntima, en un ambiente calmo, Guang escuchó atentamente a Seung.

Siempre creyó que los hombre lobo eran cosa de cuentos y leyendas de antaño, para hacer dormir a los niños, para hacerles creer en sueños y pesadillas, en fantasías para por medio del miedo transformar a los pequeños en mejores personas...

¡Pero qué demonios!

También eran leyendas los destinados, y ahí estaba él, hasta hace un día estuvo soportando un celo que llegó de pronto y tan fuerte como no había tenido otro celo en su vida, llamando patéticamente a su destinado que lo rechazó miserablemente.

¿Dónde quedó ese alfa que lo hizo sentir seguro y querido?

Lo notó en la preocupación en su voz y su cariño en medio de las caricias que lo hicieron dormir. No estaba loco, tampoco fue un sueño...

Lo sabía, y su estúpido corazón también lo sabía...
Lo puso a dormir para no tener contacto con él, fue una forma sutil, elegante, sin ensuciarse las manos.

¿Qué es lo que fue insuficiente en él? ¿Acaso su cabello, o su piel? ¿Le desagradaron sus pecas o su rostro infantil? ¿Tal vez fue su voz o lo fácil que se vio?

Eso debía ser... muy fácil, un omega así de necesitado no era digno... y sintió su pecho comprimirse de pena otra vez.

Seung esperó paciente a que Guang se calmara.

-¿Qué sucedió entre tú y tu destinado?- preguntó el pequeño omega después de un rato, tratando de distraerse.

-Al principio no quería nada conmigo- suspiró, pero una pequeña sonrisa se asomó.

-¿Por qué eres un hombre lobo?- Seung lo miró, sabía que en las palabras de Guang sólo había curiosidad. No era muy común el encuentro entre dos especies tan distintas, pero debía dejar en claro que ese no era el problema principal.

-Ese era el menor de sus dilemas... él también es un brujo- y hubo una pausa- y cuando se dio cuenta de nuestras diferencias trató de alejarme... pero no pude, mi instinto es peor que el tuyo. Literalmente soy mitad lobo, por ende mi lobo no me permitió desistir. Así que lo comencé a acosar. El destino y el instinto estaban de mi lado- se encogió de hombros- y sabía que yo también le gustaba.

Guang contempló el rostro orgulloso y autosuficiente del joven moreno. Dentro de su pecho sintió cosquillas que lo invitaban a seguir intentando, era su destinado, no cualquier persona, no cualquier ser remplazable, literalmente era su otra mitad y posiblemente nunca más volvería a encontrarlo.

-Pichit estaba inseguro por su propia naturaleza.- y lo miró, como si quisiera que lo entendiera también, que pudiera ser empático con Leo y su propio dilema- Puedo comprender la inseguridad de Leo, él es el Brujo de Tierra.

Guang abrió los ojos como plato, después de tantos días de celo, claramente no recordaba ni de cómo llegó al lugar y aún así esperaba cualquier tipo de información, menos una tan importante... y de pronto se sintió aún más insignificante.

-¿Los Brujos no pueden mezclarse con humanos?- preguntó con pesar.

-No deberían, o al menos no deberían de tomarles cariño. Los humanos son frágiles y mueren rápido, aún más frágiles que los hombres lobo.- y Guang pareció entender- Pero el problema principal es el lazo.

-Un lazo afectaría a su estabilidad emocional- susurró y Seung asintió, agradeció en su interior que Guang fuera tan maduro y receptivo.- Puedo entenderlo.

-Hay brujos a los que les gusta y necesitan el contacto humano, Sala y Georgie adoran mezclarse con ellos, ya sea para compartir cosas, tacto, cariño y sexo, y sobretodo nuevos conocimientos.- Seung tomó una pausa. Guang parecía expectante, y si bien tenía mil preguntas, prefería esperar.

Despertar al Bello DurmienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora