16.- Aromas

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Yuri hacía su mayor esfuerzo por no acercarse a Otabek, principelmente porque no quería sentirse más incómodo de lo que ya se sentía. Había estado más irritable de lo normal, más sencible a tacto y a los aromas, y aún sin acercarse del todo al moreno podía olerlo, aroma a sándalo, cálido, intenso... y sus entrañas se removían inquietas con cada día que pasaba.

Pero a Otabek no era al único al que podía oler, descubrió el olor frutal a granada madura en Mari, y el olor intenso a té negro en Chris, mezclado con toques de naranjas, provenientes de Masumi, quien cada día olía más dulce.

Reconoció la intensidad del olor a castañas tostadas en Mila y a vainilla en Isabella, pero por lejos el olor más intenso y confuso era el de Yuuri, quien a veces debajo de todo ese olor a podrido, mezclados con otros aromas fuertes y desagradables, reconoció su olor natural a azahares de limonero.

Ya sabía que Yuuri no sólo estaba maldito, también descubrió en un descuido del omega que tenía su cuello marcado, y no había que ser un genio para deducir que su olor podrido significaba que su lazo estaba roto, y no era sinónimo de la maldición.

Definitivamente su celo sería fuerte, demasiado sensible a estimulos externos y peor se volvía a cada día... por lo general un omega no se dejaba oler tan facilmente, y sabía que Yuuri mantenía su aroma a raya con un té de hierbas que preparaba sagradamente todos los días, por eso podía olerlo ahora y no antes... definitivamente estaba incómodo, sería el peor celo de su vida.

El que a algunas de sus hebras de cabello les haya dado por brillar al atardecer también lo tenía angustiado...

¿Qué significa eso?

No tenía idea, y no quería averiguarlo. Suficientes preocupaciones tenía con su celo.

Otabek le estaba crispando los nervios con su mirada intensa, no sabía cómo afrontarlo, porque sentía a su omega revolviendo su estómago cada vez que cruzaba miradas con el enigmático Brujo... y no sabía si era porque lo analizaba como algún proyecto a estudiar o porque lo creía atractivo.

Se sonrojó al pensar si el brujo lo encontraba atractivo.

¿Por qué tendría que importarle la opinión de un desconocido?

Era culpa de su celo. Nunca antes los síntomas se habían presentado con tanta anticipación y con tantas molestias... Había veces en que incluso le dolía la cabeza producto de mareos que tenía de improviso, y luego, encontrar los ojos inexpresivos del Brujo sobre él, lo hacían sentir peor.

-¿Yurio, tu celo siempre llega así de fuerte?- Yuuri estaba preocupado, tomándole la temperatura, para después obligarlo a tomar un té de hierbas.

A veces notó la mirada de su hermana, demasiado pendiente de Yurio, y Chris se notaba incluso aún más cariñoso con Masumi ahora que le impregnaba su olor al usar al omega mayor como escudo protector.

-Por lo general son fuertes, pero nunca antes me había sentido así... siento que viene hace muchos días, pero aún no debería ser la fecha.- sonrojó avergonzado. No quería tener esa clase de charlas con Katsuki, lo conoció hace poco, el celo era un tema íntimo, que se hablaba con amigos cercanos, o el omega mayor de la familia...

No con un desconocido en mitad de la nada...

Pero no tenía más remedio. Y es que si bien Mila fue sirvienta en el palacio, apenas era una conocida de Victor y Guang, nunca habían cruzado palabras antes de encontrarse en una huída... tenía más confianza con Masumi, quien además era médico, pero casi nunca lo encontraba solo, porque por alguna razón, Chris ahora parecía su sombra.

-Al menos ya estamos en el punto de encuentro- lo animó Yuuri.- De todas formas necesitamos una guarida para ti. Un celo al aire libre es complejo.

Despertar al Bello DurmienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora