6.- Ojos Azules

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Cuando el celo de Yuuri pasó, dos días después de llegar al reino, las visitas constantes de los guardias para atrapar a Victor o a Chris, cesaron un poco.

Mari, desconfiada, salía de la casa pretendiendo comprar víveres y una que otra cosa, hablando con los lugareños, para dejar pistas de que estaba en la ciudad y pronto se iría, y así despistar a los soldados.

Al señor de las papas le dijo que viajaba con su hermano, que eran investigadores que trataban de importar y exportar materia prima. Al panadero, que eran viajeros en busca de mejorar la cocina de su propio reino. Al artesano que buscaban como ampliar conocimiento sobre construcción de muebles, y al orfebre, cómo trabajar con distintos metales y piedras.

Y así, mientras Mari fisgoneaba en las calles, en busca de pistas sobre como encontrar a quien les ayudara, y a recolectar información sobre lo que pasaba en el reino, el príncipe Yuri de a poco mejoraba en casa de Masumi... ya no tenía fiebre, recibía poco a poco el alimento y ya no lloraba quedito la muerte de su abuelo.

En ningún momento estuvo inconsciente, agarraba la mano de Guang con fuerzas y le agradecía a Victor constantemente por su ayuda.

Yuuri veía a Victor cuidar de Yuri con mucho cariño, limpiaba su frente el sudor, le trenzaba el cabello para que no le molestara y no se despegaba de su lado, protegiéndolo de todo, incluso de Masumi a veces, cuando debía tocar las heridas de Yuri, y se quejaba por el ardor, Victor le gruñía.

Masumi lo hacía callar con una mirada y un gruñido de vuelta, y Victor se disculpaba de su actitud sobreprotectora.

Yuuri sentía mucha vergüenza de enfrentarse al Victor al principio, haberse dejado llevar por ese beso, que despertó su celo... eso no era normal, ¿o sí?... no lo sabía, nunca había pasado un celo con un alfa, y de sólo recordar su toque y su alfa llamando a su omega, hacía que su piel se erizara... Victor era extremadamente guapo y varonil, un alfa fuerte con todas las de la ley, y cualquier omega se sentiría afortunado de ser cortejado por él...

Pero luego recordaba esos ojos intensos, inexpresivos, que lo miraron con desdén cuando se separaron, con un odio infinito, posiblemente con asco, y sentía como su estómago se encogía, haciéndolo sentir incómodo, triste y decepcionado... no porque el chico le gustara, sino por todo lo que nunca podría tener.

Yuuri sabía que estaba condenado a no tener un alfa protector y cariñoso a su lado... sentirse respetado, protegido, amado y deseado, esa marca lo había condenado para siempre, de muchas formas, y lo tenían sumido en la pena, la rabia y la frustración constantemente.

Porque todo era injusto.

Cuando veía a Masumi y Chris podía recordar a sus padres, lo compenetrados que estaban, lo compañeros que eran, si hasta tenían el mismo tipo de humor. Chris era muy de piel, un poco manilarga y desvergonzado, y adoraba incomodar a su compañero que, a pesar de sus quejas, adoraba sentirse deseado. Sus olores se mezclaban tan bien, y parecían tanto disfrutar de la compañía del otro.

Los miraba embelesado, un poco ensimismado, con su mente lejos de ahí, añorando lo que no podría tener nunca... tan ido estaba, que no se dio cuenta cuando Masumi se acercó y le tomó la temperatura, poniendo su mano en su frente, y es que al ser su primer día post celo, aún quedaba algo de calor y su cuerpo estaba muy débil, aunque ya no soltaba feromonas.

-Creo que mañana ya no tendrás ni calor ni olor, Yuuri- sonrió Masumi- tu celo nos dio una buena ventaja, nuestro príncipe su recupera bien.- le susurró y le sonrió- nos salvaste de una grande...

-Me alegro mucho- sonrió un poco apenado. Era primera vez que veía algo positivo en su celo, y al parecer Masumi lo intuyó.

-¿Podemos hablar?- y luego de unos segundos asintió. Sabía que Masumi estaba muy interesado en él, dentro de todo, un lazo roto era una figura extraña, que no todo el mundo podía soportar... y él tenía más de un lazo roto, Yuuri era casi un milagro viviente.

Despertar al Bello DurmienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora