20.- Luz de Luna

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Nadie cabía en su asombro.

Yuri, el pequeño Príncipe que conocían desde niño tenía un brillo antinatural en su cabello, lucía más radiante de lo normal, su piel, sus ojos...

Esos ojos.

Esos ojos eran más fuertes, mucho más fuertes y decididos de lo que todos conocían. Y es que Yuri nunca había sido un chico débil, pero la seguridad con la que se plantó frente al grupo de compañeros nunca había estado tan presente como ahora.

Yuri había despertado, todo el poder y la historia de ese poder, la sabiduría y el liderazgo.

-Yuri... - susurró Guang, impresionado. Se llevó la mano a su boca, conteniendo un sollozo, que no era producto del miedo ni tristeza, sino de la emoción.

Yuri admiró sus manos y sus brazos. Emitían una leve luz, que lentamente se fue apagando, igual que las luces de su cabello. Hasta ese momento no había puesto atención al resto de sus compañeros, hasta que notó las lágrimas emocionadas de Guang.

De pronto en su interior sintió como su pecho se comprimía por una nostalgia que no era la suya, pero la conocía. Sintió voces que le relataron una historia muy antigua, como ayudó, cuidó, amó y destruyó, y cuando empezó a temblar, por tener que soportar tanta información, sintió como Otabek tomó su mano y acarició con la otra la frente de Yuri, tranquilizándolo y recordándole que no estaba solo, todo un grupo de compañeros de otras eras y de ahora están con él, para acompañarlo en este nuevo viaje.

-Sé que puede ser abrumador. Cuando recibí el conocimiento del anterior Brujo del Aire, me sentí sobrepasado, pero lo acepté con humildad. Lo estás haciendo bien, Yuri. Sólo respira.- y no retiró su mano hasta que el rubio volvió a respirar con tranquilidad, lento, sin quitar la vísta de los ojos de Otabek. Esos ojos que transmitían seguridad, confianza y entrega. Era imposible despegar la vista de esos ojos. Y de a poco sintió como la sensación de serenidad lo invadía.

-¿Estás bien?- preguntó Sala un poco preocupada y él asintió.

Volvió la vista a sus amigos, con la preocupación, el miedo y la emoción en sus rostros, y él sólo sonrió un poco incómodo, por sorprenderlos de esa manera.

-¿Qué está pasando aquí?- preguntó Mari. Lucía tan cansada. Yuuri dormía acurrucado entre mantas y Potya quien se acostó en su pecho.

Yuri se acercó a Guang y lo abrazó, un abrazo sentido, lleno de agradecimiento, cariño y calor. Guang sintió de pronto un calorcito en su pecho, que de pronto lo envolvió por completo y se alojó en su brazo, que aún seguía sensible.

-Perdóname, Guang, por todo- Guang lo abrazó con fuerza, porque no tenía algo que perdonar, él cumplió con su trabajo y su deber como amigo.

-Yuri- susurró en su oído, una vez que comprendió que tenía que hablar, para salvar su amistad- Yuri, eres lo más importante para mí. Mi mejor amigo, mi familia... no tengo que perdonarte- tomó sus mejillas y lo miró fijamente- prométeme que serás el mejor rey de Noreste.- y Yuri asintió, Guang le secó unas lágrimas traidoras que se asomaron y le sonrió- te amo tanto.- y Yuri volvió a abrazarlo para ocultar las nuevas lágrimas que se colaron.

Se separó de Guang y miró a Victor.

-Gracias por todo, Victor- Victor se acercó, estrechó su mano y luego tiró de él para abrazarlo, un abrazo apretado que al principio le pareció incómodo, pero que terminó por aceptar. Podía comprender porqué Victor estaba tan afectado: no pudo salvar a Nikolai, ni ayudar a Yuri, ni a Guang, ni a Yuuri. Posiblemente había comenzado a dudar de su valía como alfa, como protector...

Despertar al Bello DurmienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora