2.- Hijo de la Luna

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JJ, como se hacía llamar el príncipe, era un chico divertido, muy activo, siempre ayudaba a los demás.

Con 13 años ya se inmiscuía en asuntos de estado y ayudaba a su padre a mediar con los problemas del pueblo y el reino. El príncipe era justo, así que pronto ganó reputación como un futuro líder digno se suceder a los reyes regentes.

Cuando el príncipe cumplió 16 años no había duda que era un Alfa, debían buscar a un omega digno, educado y de buena familia, capaz de hacer feliz a su hijo.

Sin consultar nada con su hijo, los reyes se mostraron interesados en una familia noble, los Katsuki, quienes hacia poco tiempo habían llegado al reino desde las tierras de oriente y se desempeñaban como mercaderes de tela y sedas. Los Katsuki tenían dos hijos, Mari era la hermana mayor y un alfa, y Yuuri, el menor y un omega.

Yuuri era mayor que el príncipe, pero al ser omega y oriental, parecía un poco menor.

Cuando los reyes hablaron con los Katsuki y les propusieron que sus hijos se comprometieran, dudaron al principio, para ellos Yuuri era especial, muy especial... era el primer omega nacido en generaciones, además sabían que Yuuri era inseguro y ansioso, no dudarían en apoyarlo en su decisión, fuera cual fuera, agradecieron profundamente el honor de haber fijado su interés en el pequeño omega, pero preferían primero hablar con él y que meditara si ser un príncipe es lo que lo haría feliz.

A los reyes no les gustó la respuesta de los comerciantes, era una afrenta descarada el poner en espera la petición de los reyes.

-Yuuri, ¿estás seguro?- preguntó Mari- mirándolo fijamente- ¿no quieres ser un príncipe?

-No... - suspiró- admito que es una buena alianza para nuestros padres, pero no quiero casarme con un chico al que no conozco... por mucho que sea el príncipe- sonrojó.

Parecía que incluso a él le parecía complicado el decidir declinar tan importante apuesta.

Pero tenía claro que, de convertirse en príncipe, se transformaría en una máquina procreadora, hasta que naciera un hijo alfa para continuar el linaje real, y eso no lo quería para él.

Por un periodo de dos semanas, Yuuri recibió regalos de parte de los reyes, como si con objetos materiales pudieran comprarlo, se sintió ofendido, porque su respuesta había sido clara, no estaba interesado. Tal vez, si hubieran concertado una reunión con el príncipe, para que ambos jóvenes se conocieran, otro gallo cantaría, pero no fue el caso. Así que Yuuri, fiel a sí mismo rechazó los regalos de los reyes y la posibilidad de convertirse en príncipe regresando cada uno de los regalos.

Al término de esas dos semanas, la familia Katsuki fue citada al palacio, a una reunión con sus gobernantes. Nada más entrar supieron que algo andaba mal, pues el semblante de los reyes era sombrío. Un escalofríos recorrió la espalda de Yuuri.

-¿Este es el omega con quien quieren casarme?- preguntó JJ con la sonrisa divertida dibujada en su cara- sin ofender, padre, pero a mi me gustan las chicas- rió divertido- y por mucho que este chico luzca afeminado, sigue siendo un muchacho.- el príncipe se levantó, caminó hacia la salida mientras reía como si le hubieran contado el mejor chiste de su vida.

Los reyes no podían creer lo inaudito de la escena. JJ se había reído de sus padres, ¡frente a unos comerciantes! era imperdonable y ¡debían remediarlo!

Despidieron a la familia Katsuki, quienes estaban más que confundidos, y marcharon a su hogar, sopesando todo lo ocurrido.

Creyeron que todo terminaría ahí, pero no hacía más que empezar su calvario.

No sólo para ellos, sino que para todo el pueblo.

Los reyes subieron los impuesto al negocio familiar, dejaron de comprar sus hermosas telas, les cobraron extra por internar los materiales desde otras tierras y no apoyar la economía del reino, por lo que poco a poco tuvieron que reducir el negocio, despedir a sus empleados y por último cerrar la tienda.

Despertar al Bello DurmienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora