19.- Luz de Sol

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Sala se había dormido a los pies de la cama de Georgie, la temperatura del cuarto era agradable, igual que el aroma de los inciensos que Sala prendió esa mañana.

Había pasado la noche en vela, imaginando los posibles eacenarios con que sus amigos se encontrarían.

Humanos... tan dependientes...

Emil entró en la habitación, vio que Georgie seguía profundamente dormido, con un mejor color en su semblante, y Sala hecha un ovillo envuelta en un chal que cubría su espalda.

Emil se acercó con cuidado y con suaves roces en su hombro la despertó.

El rostro del chico era indescriptible, pálido, con una sonrisa que quiso asomarse, pero al mismo tiempo reprimiendo el accionar de los músculos.

Sala lo observó por unos segundos, analizando la situación, algo serio había pasado.

Emil era un chico amable y relajado, bastante alto y un poco despreocupado, el complemento perfecto de su hermano, quien por el contrario era bastante denso... por eso, la expresión de Emil la preocupó.

-¿Sucedió algo?

-Es Yuuri, su lazo se rompió... eso significa que ya no le queda mucho tiempo.- y miraron a Georgie quien seguía durmiendo, una mueca triste apareció en los ojos de Emil.- Si el chico muere... Georgie quedaría libre de ese gasto de energía... pero...

Sonaba terrible y horrible.

Ambos sabían que la vida de un humano era un suspiro apenas en el universo, no debían de sentirse ni culpables ni tristes ni nada, pero ahí estaban, un poco deprimidos por el destino de Yuuri.

-Leo también dice otra cosa... y es delicado.- Sala le prestó atención, Emil no era de los que generan expectación, así que adivinó que el muchacho no sabía como expresar el mensaje, y armándose de paciencia no lo interrumpió- Leo dice que el chico de Otabek es el vivo retrato de Sol, su cabello si brilla y emana un calor distinto al del resto.- y Emil tragó grueso antes de continuar.

-¡Por favor, Emil, habla ya!- él dio un respingo por el grito, Sala no era muy paciente, era directa y práctica, así que tenía los nervios crispados por el trío de Brujos que tenía por compañeros. Leo y Otabek siempre fueron los más sensatos, y ahora los dos tenían en mente al dichoso Príncipe en mente.

-Leo está pidiendo que viajemos hasta ellos y llevemos a Georgie.- Emil sintió terror al ver cómo los ojos de Sala de tornaron rojos, su cabello comenzó a moverse, con una brisa que ella misma hizo aparecer desde su priopio cuerpo, y su cara se volvía cada vez más roja producto de la ira.

Emil huyó de la habitación y apenas cerró la puerta escuchó el grito de Sala, maldiciendo en todos los idiomas a sus compañeros.

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Otabek se acercó a Yuri, quien lucía sumamente afligido. Ni siquiera estaba cerca de sus compañeros y sus feromonas tristes, mezcladas con los residuos que aún quedaban de su celo, lo hacían parecer extremadamente frágil y tierno. Supo que el omega se culpaba por el daño que recibieron sus compañeros, y, a pesar de haberle puesto atención cuando llegó, Yuuri, Guang y Victor necesitaron ayuda prioritaria.

Yuri lo miró con desconfianza, pudo ver las manchas de sangre en la ropa del Brujo, manchas que seguramente eran de Victor, y de pronto sintió su estómago siendo oprimido. Otabek le tendió su capa, y Yuri dubitativo al principio, terminó por recibirla.

Yuri sabía que la prenda tenía impregnado el aroma del alfa, sabía que era lo mejor para seguir camuflando su propio aroma y cuando sintió su cabeza y sus hombros cubiertos por la capa, se abrazó las piernas y como si fuera una zona.de seguridad, se permitió llorar. Expulsó toda su frustración, su rabia, su tristeza y su vergüenza. Trató de encontrar alguna explicación lógica a toda la injusticia acontecida anteriormente, por lo que pasaron sus compañeros, por la que se sentía culpable. Recordó a Guang casi desmayado con su brazo destrozado, a Victor casi muriendo y sosteniendo a Yuuri que olía a muerte... su cordura y corazón adolescente se encontraban en el limbo.

Despertar al Bello DurmienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora