30.- Instintos vs cordura

171 15 13
                                    

Victor envidió un poco la desfachatez de Chris, tomar en brazos a Yuuri, con tanta confianza y liviandad, y que el moreno no se mostrara molesto, al contrario, que comenzara a reír divertido mientras se sujetaba con fuerza a su pecho y liberara sus feromonas emocionadas fue una revelación. Esos meses que pasó en Noreste habían unido al grupo, parecían una verdadera familia en donde todos se cuidan y ayudan entre sí.

Todo el mundo rió divertido, cantó y aplaudió con más fuerzas, aumentando la dicha del menor, que liberó muchas más de sus feromonas. Feromonas limpias, sin atisbo de mancha alguna. Azahares de limón, frescos, brillantes, que se mecían tranquilamente con el viento.

Y de pronto empezó a salivar.

El aroma le llegó directo al instinto, y que le ordenaron que debía tomar lo que era suyo, porque ese omega era suyo.

Se asustó de sus propios pensamientos, porque Yuuri no era suyo.

¿De dónde había salido esa idea?

Apretó sus manos en una búsqueda por serenarse, pero no funcionó, así que se abrazó a si mismo, y no supo cuando exactamente fue que se rasguñó los brazos, y el olor a sangre lo sacó un poco de su trance, apurándolo.

Debía salir de ahí para no lastimar al resto.

Y el resto volteó a verlo, y en sus rostros quedó claro lo mismo, Victor era una amenaza.

Chris, Mari y Leo fueron los primeros en actuar, el rubio abrazó posesivamente a Yuuri, mientras que Mari se interpuso frente a ellos, con un palo que serviría para la fogata, y Leo en un movimiento rápido, le tiró una gran manta que lo desestabilizó y sirvió de agarre, el mismo truco con el que atraparon a Mari tiempo atrás.

De a poco fue recuperando la calma, el aroma de Yuuri ya no era tan fuerte y otros aromas golpearon su olfato, camuflando al menor. Era lo lógico, él se había vuelto loco y los había puesto a todos en peligro.

No supo cuánto tiempo estuvo inmovilizado, el calor lo hacía jadear, y la manta sobre su cabeza hacía que el sofoco producto del celo fuera más insoportable, y sabía que aún no llegaba el calor en su plenitud.

-Victor- reconoció la voz de Toshiya, la preocupación en su voz era evidente, lo pudo distinguir aún con su celo a cuestas, y quiso decirles que no quería hacerles daño, a ninguno, debía ser fuerte, por Yuuri.

Yuuri... y su aroma volvió a su mente.

Gruño.

-¡Ya compórtate!- reconoció la voz de Mari y luego le llegó un golpe. - Estás en celo y de alguna forma involucraste a Yuuri en esto...- destapó los ojos de Victor, quien relajó su mirada- Él también tiene su celo ahora... pero sabes lo delicado que está, así que es imposible juntarlos.- y percibió la sonrisa socarrona en sus ojos- Aunque estoy segura que ninguno se opondría en otras circunstancias.- y Victor sonrojó, ya no por el calor, sino por la vergüenza.

-Te llevaré al bosque, Victor- añadió Leo- tengo un refugio que uso para conectarme con la tierra, tiene lo básico para que puedas estar un par de días encerrado.

-Lo siento, Leo- respondió, y su voz sonó como un gruñido.

-Ten- y Mari le entregó una camiseta- es de Yuuri, y supongo que te ayudara a calmar los nervios- rió. Victor no quiso levantar su mirada, y esquivó con maestría los ojos de Toshiya.

-No te avergüences, hijo. Fuiste lo suficientemente fuerte para detenerte, y eso nos dio tiempo para cuidar a nuestro muchacho. Ser un alfa con autocontrol es difícil, y lo hiciste muy bien. Ya hablaremos cuando el calor les baje.

Despertar al Bello DurmienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora