✳Fiesta.✳

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-Adelante.- Respondió, sabiendo quién era, mostrando al pelirrojo entrar. Últimamente le veía caído, seguía trabajando bien, pero parecía como si algo le faltara. Aunque no sabia ¿porque?, había dejado que dos meses pasarán, pero seguía sin mostrar indicios de recuperarse, al principio pensó que la novia le había dejado, pero parecía algo más profundo sabiendo el tiempo y como no seguía sin mostrar señal de recuperación. Probablemente un familiar muerto.

Lastima que lo que suponía no estaba tan lejos de la realidad como creía, sus padres le habían dejado tras volver a decirles la verdad. Y su, ahora, ex-novio había hecho polvo su corazón. ¿Como le levantas el animo a una persona así?.

-¿Me llamaba?.- Preguntó, pasando, tomando asiento.

-Si, este, dentro de poco se hará la fiesta de las empresas más grandes, en donde se unirán y podremos entablar amistad y unión con ellas. Ya que hemos sido invitados, necesito llevar a alguien, así que te eh elegido a ti.

-Entiendo, entonces cuente conmigo.

-Si, gracias. Yo te avisare.

-Me retiro.- Dijo volviéndose a dirigir a la puerta.

-Y, Karma-kun.- Le llamo, este volteando se a verlo.- Si hay algo de lo que desees hablar, soy todo oídos.

-... No, no hay nada. Me retiro.- Respondió, saliendo de aquella oficina y dirigirse a la suya. Debía comportarse, debía mostrar que nada pasaba, pero hace mucho que no sentía su corazón latir. Le extrañaba que aunque colocará la mano y la presionara para sentirlos, el latido fuera frío y sin fuerzas. No latía como antes, y eso para él era como si no latiera. Solo cumplía con su deber de bombear la sangre, nada más. Solo cumplía con seguir manteniéndolo vivo. Sólo para eso ahora se dedicaba.

Siguió su trabajo hasta que la hora de salida llego, no habían horas extras, y podía irse temprano y quedarse encerrado en su departamento. No tenia a nadie a quien ir le a buscar una cena, de quien preocuparse porque comiera, de quien preocuparse por ser perdonado y regresar. No había nadie.

Y aunque debió aceptarlo desde que rompieron, seguía pensando que no debió ser de ese modo en el que se rindiera. En el que dejara de intentarlo, se sentía vacío, en casa nadie le esperaba, no recibía mensajes de nadie, los peluches habían quedado encerrados en un cajón. Los pequeños regalos se quedaron con ellos. Su celular estaba apagado la mayoría del día y toda la noche, sin que la pila pasara del 90%. Ya no se pasaba las noches mandando mensajes a alguien que lo tenia silenciado, y que ahora se dedicaba a leer uno por uno. Pero jamas mandaría mensaje. Dejaba todo irse, sus amigos, sus compañeros, sus padres por los que tanto luchó, su novio, ahora sus sentimientos se iban y solo le quedaban los malos. Su mente jugaba con él en sus sueños, recordándole lo mismo, despertando con sus ojos dolidos y la almohada mojada por sus lágrimas. Intentaba comer lo suficiente para no dar señales de lo que le sucedía, pero su jefe parecía darse cuenta, y muchas veces le preguntaban sobre ¿Como estaba? ¿Seguro? Tal vez si tenia razón y estaba siendo un libro abierto. Dejo su celular prendido, solo para recibir las notificaciones de lo que sucedía, nada más, aveces lo prendía para saber si alguien había llamado. Hace 6 meses que no recibía una llamada.

Respiro, y ya hasta quería dejar su celular en su hogar sin volver a tomarlo. Pero lo necesitaba por si acaso.

Había pasado una semana desde que su jefe le dijo aquello, era 23 de diciembre cuando le dijo que seria el 25. No le importó, estaba acostumbrado a que todos olvidaran su cumpleaños. Cuando el día llego, seguía igual, no se emocionaba, tanto que había dejado a su jefe hablar con otras empresas, agradecía que este haya visto su incomodidad, no estaba de animo para hablar con nadie, y se mantenía tranquilo afuera, no bebía nada, ni siquiera tenia ganas de eso, suspiro, dejando que la pequeña nube de su aire caliente subiera, la luna reintegrándose le saludaba esa noche, además de los pequeños copos de nieve a su alrededor.

Difícil (Asakar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora