Kelly Grace.

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El confeti caía como lluvia por toda la sala, mientras Gabe giraba y giraba bajo él. Nunca había sido tan malditamente feliz. Era vergonzoso que su felicidad fuera por amor, algo en lo que realmente no creía, pero lo disfrutaba mucho ahora. Terminó cayendo sobre el sofá, y dejándose enterrar bajo todos esos papelitos de colores.

Se sentía desbordado de emociones, a punto de llorar o reír como un psicópata a todo pulmón. Quería correr en círculos como un cachorro. Recorrería el mundo entero en un segundo de pura conmoción.

Entonces recordó aquel beso, perfectamente dulce en sus labios. Pero no pudo seguir sonriendo a ese recuerdo por mucho. Castiel tenía razón, si se hubiese detenido en ese dulce gesto, quizá las cosas fuesen diferentes ahora. Después de todo, según sus teorías, el ángel sentía lo mismo por él, pero...

No tenía tiempo para deprimirse en este momento.

Subió el volumen a "Kelly Grace" de Mika sonando en los parlantes, y comenzó a prepararse. Se quitó la bata de baño que usaba, tirándola lejos y desapareciéndola en cuanto toco el suelo. Chasqueó ambas manos siguiendo el ritmo y cambiando todo a su alrededor, mientras cantaba a todo pulmón. Cambiando su mesa común e insulsa por una redonda con un bonito mantel de seda. El florero del centro se llenó de perfectos tulipanes rojos, y la cena se presentó humeante en sus platos de bordes dorados. Las copas se llenaron del vino más caro en este mundo de pequeños humanos.

Giró en la mejor parte de la canción, frente al espejo que abarcaba todas las puertas de su closet. El traje se ajustó perfecto a su cuerpo, completo negro con toques de brillante seda. Zapatos destellantes de charol le dieron el toque. Dio un par de vueltas a su cabello hasta que quedo perfecto para su gusto.

Se sonrió seductoramente a sí mismo, guiñándose un ojo también.

- Hello, sexy boy.

Bailando bajo las luces, lo suficiente pero no demasiado. El balcón se abrió, justo a un lado de la mesa, mostrando un perfecto paisaje de la ciudad.

Dio un ultimó vistazo a su alrededor y parecía que todo estaba perfecto.

Velas encendidas y corbata bien ajustada, fueron los últimos toques.

- ¡Daddy, help me! – Se persignó, rogando que todo saliese bien.

Era su única oportunidad, su oportunidad de lograr ser algo más que un bromista que se acostaba con mujeres que conseguía chasqueando los dedos, y se hundía en dulces para no pensar cuan aburrido estaba de la vida. Sería algo más y tendría a alguien...

Podía sentirlo, mierda, podía sentirlo en el edificio. No tardaría demasiado en llegar. Revisó su perfume y por tercera vez, la corbata. Respiró profundo y espero paciente.

El timbre sonó unos minutos después. Entonces se dio cuenta de que la música seguía reproduciendo la misma canción a todo volumen, pero detenerla seria vergonzoso. Debía hacer creer a su visita que estaba tranquilo, y que sus manos no sudaban de los nervios. La música se quedaría así un momento más, hasta que abriese la puerta.

Pero también tenía que esperar unos segundos para abrirle, ya que si no parecería un desesperado que aguardaba tras la puerta a que llegase. Contó hasta diez y lo no soportó más.

No esperaba la imagen al otro lado de la puerta. Zapatos tan brillantes como los suyos. Camisa negra, y un traje de un negro un par de tonos más claro. La corbata azul brillante recordaba los ojos del recién llegado. ¿Se había puesto manteca-cacao en los labios o era su imaginación? El punto era que parecían mucho más tentadores de lo normal. El cabello, un poco húmedo aun, caía en despeinados mechones. Sex-hair.

Gabriel chasqueó los dedos aun hipnotizado, la música desapareció.

- Hola. – Dijo finalmente.

- Hola. – Sonrió, y no podía existir retrato más hermoso que ese para el arcángel.

Dejó espacio para que Castiel entrara. El morocho se asombró con la nueva decoración, perdiendo su mirada en el departamento que no conocía.

- El traje te queda... - Intento conectar dos neuronas, un suplicio absoluto. – -...excelente.

- Sam dijo que cuando vas a cenar con alguien debes vestirte formalmente. No estoy muy acostumbrado a usar otra cosa que mi traje azul y la gabardina.

Bendito sea el maldito Sam. También le había ayudado a él con todo esto. En un principio pensó en lo estúpido que era invitar a cenar a Cas, siendo que el ángel no podía sentir más que moléculas en su gusto. Pero el cazador encontró una forma, una pócima que duraría 24hs pero que serviría, además de resultar un momento especial Castiel que no había probado la comida de nuevo después de recuperar su gracia.

- Pues deberías vestirte así más seguido, el negro te queda muy bien. – Alagó. – ¿Nos sentamos?

La silla de Cas se deslizó bajo los poderes del arcángel, permitiéndole sentarse y acercándose más a la mesa luego. Gabriel tomó su lugar adelante.

Charlar con el ángel era entretenido, porque tenía muchas historias que contar, además de que le gustaba escuchar a Gabe hablar sobre lo que fuese. Y cuando la conversación chocaba con una pared, los silencios no eran incomodos, incluso parecía disfrutarlos.

El vino se terminó y la cena también, aunque la charla parecía interesante. Se sentaron en el balcón, en aquellos cómodos sillones apostados juntos frente al paisaje. Una estrella fugaz paso, y Gabriel la señalo.

- Pide un deseo. – Apresuró al ángel.

- Mis deseos siempre son imposibles. – Sentenció con amargura, volteando hacia Gabe.

Tenía el rostro del ángel tan cerca, que Gabriel solo podía pensar en la perfecta forma de sus labios.

- Podría cumplirte uno de ellos yo mismo. – Susurró, sintiendo el aliento del otro. – Déjame cumplirlo, Cas.

El azul brillaba con la luz de luna y sus labios definitivamente estaban más exquisitos que nunca. Los rozó apenas contra los suyos, notando como el tiempo se detenía.

Y entonces, Castiel se alejó.

El ángel tomó su saco del reposa brazos y salió a paso ligero del departamento.

Gabriel cerró sus ojos, despeinando su cabello como un frenético.

La vida era una mierda. 




NA: Existe un vídeo de Gabestiel con esta canción, recomendado totalmente. Me inspiró a escribir uno de los capítulos con los que más me divertí. 

Temptation.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora