Pruebas.

322 46 27
                                    

Pensó que lo más difícil era el proceso de recuperar la confianza del ángel y asegurarle que sería ciento por ciento suyo, pero no tenía idea de lo que venía. Sam se lo advirtió, no te creas su esposo solo por conseguir un nivel más aquí.

Ok. Podía hacer eso, ¿Cierto?

El primer reto fueron los límites. Besos sí, devorar al ángel no. Pero era jodidamente tentador, Castiel era mejor que un maldito stripper y ni siquiera sabía el significado de la palabra seducción, o quizá Gabe era un adolescente lleno de hormonas.

Cas se aflojaba la corbata en busca de comodidad y el arcángel perdía el aliento. O aquella vez, sentados en la sala, el morocho despeino su cabello, recostando la cabeza en su palma y dirigiéndole una mirada absolutamente seductora al mayor. No era la prenda, la nueva piel visible o el sex hair, sino la manera en que el ángel hacia las cosas. ¿Cómo no iba a perder la cordura?

Consejo de Sam: Yoga. El "mmm" y sentarse como un niño en medio de la sala no estaban ayudando a controlar sus instintos depredadores, Sammy.

Pero las cosas empeoraron. En citas, que aun mantenían, o cuando iban a alguna parte con los Winchester, siempre alguien remarcaba la belleza de Castiel, angelical o de su recipiente. Si Sam y Dean estaba allí, una mirada mantenía al arcángel a raya. Si ellos no estaban, Gabe se mordía la lengua hasta sangrar. Entonces, Cas preguntaba por qué su boca sabía a sangre cuando lo besaba.

El ángel comprendía muy poco de los coqueteos de la gente, y muchos aprovechaban ello para insinuársele con más vulgaridad. Gabriel podía arder en llamas allí mismo de la furia. Entonces Cas le besaba, y olvidaba por completo todas las formas de hacer miserable a la persona atrevida que se le habían ocurrido.

Otro problema grave eran las discusiones. Cas y Gabe, aunque era raro que pelearan, existían aquellas veces en las que el castaño se comportaba como un niño, o cuando Castiel se ponía en peligro por una tontería.

El consejero de amor, también conocido como Sam o Moose, había aclarado este tema. Darle la razón como si fuese un loco era malo, el ángel podía llegar a pensar que no le interesaba el tema o que simplemente lo ignoraba. Pero si le discutía hasta el final, teniendo o no la razón, podía llegar a apagar la pequeña llamita que crecía entre ellos muy fácilmente. El truco estaba en llegar a un acuerdo, un punto en medio de los dos extremos.

Básicamente, chino para Gabriel.

Pero lo intentaba. Respirar, no elevar el tono y escuchar mientras contestaba con calma, sin insultos ni ofensas de ningún tipo. Esto era más difícil de lo que parecía.

Tres meses pasaron en esa montaña rusa de tortura, pero las cosas iban más o menos bien. Ese día intento hacer lo de comprender y llegar a un acuerdo, pero se sentía frustrado y cansado.

Los Winchester habían tocado a su puerta, cargando a un moribundo Castiel, completamente repleto de heridas más que profundas, podía ver sus huesos a través.

Fue tanto la decadencia del ángel, que tardo unos minutos en recomponerlo del todo. Los cazadores se marcharon, con la promesa de que cuidaría de él.

Su sofá estaba empapado en sangre y la ropa del menor era un desastre. Siempre era igual con él, parecía no importarle su vida. Cas suspiro, sintiéndose un poco mejor. Elevó su mano para tocar el rostro de su novio, pero Gabe la apartó, alejándose.

- Estoy cansado. – Dijo. – Voy a dormir, puedes irte cuando te sientas mejor.

Estaba cansado, pero no de lo que parecía; estaba harto de pasar por esto una y otra vez. Curar sus heridas, hablar con él, llegar a un acuerdo de cuidarse más y que volvieran a llamarlo porque Castiel estaba al límite de la muerte. Temía que un día llegaran los Winchester y la gracia de Cas fuese un recuerdo nada más. Con el poco tiempo que llevaban y cuidándose de no acabar su relación por una pelea, contenía sus ganas de gritarle que estaba loco y que él no soportaría otra de sus malditas hazañas kamikazes. 

Temptation.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora